La utilización del doping no es
cosa de hoy, aunque en estos momentos, cuando los métodos de
investigación pueden detectar incluso las mínimas
irregularidades, todo lo relacionado con el doping parece
que va por delante, muy por delante, de los avances más
sofisticados de la medicina.
Y aquí, aparentemente, nadie se rasga las vestiduras ya de
que en este deporte o en el otro, en esta competición o en
la que sea, aparezcan claros síntomas de doping que le han
convertido al infractor en un verdadero campeón, aunque haya
sido a costa de estimulantes.
Y es que sobre el tema del doping fisiológico se ha
discutido con vehemencia, en el sentido de si habrían de
considerarse o no actos de doping la ingestión de sustancias
sustitutivas y desfatigantes, con el apoyo de un gran sector
de que tal clase de doping, y desde una perspectiva
exclusivamente médica, sólo consiste en poner al servicio
del atleta los beneficios de éste.
Tras discusiones y perspectivas muy dispares, en este mundo
y en estas prácticas, la definición de doping implica que ha
de ser la naturaleza y no otra cosa la que obre, a fin de
que el mejor dotado y más inmunizado a la fatiga por el
entrenamiento físico-psíquico, sea el que venza en las
competiciones.
Aquí parece estar el punto de apoyo, el único básico, sin la
utilización de otra serie de productos que rompa con las
normas limpias de la competición.
Y es que este juego limpio parece que se está manchando a
cada instante y en todos los deportes. No hace falta más que
ver un nuevo record establecido para que el tufillo a algo
no permitido ronde la nariz de todos los demás.
El atletismo, últimamente, acaba de dar el bombazo del año.
Han aparecido, de momento dos, pero no tardarán en aparecer
otros varios más.
Tiempos atrás la nota negra se daba en el ciclismo, hasta el
punto de que el “gran Amstrong”, tras haber superado un
cáncer, fue el más grande en el Tour y al final se descubrió
todo:”Iba cargado hasta las cejas”. Un verdadero engaño.
¿Se está actuando con seriedad en la detección de todos los
productos que hacen rendir al que los ingiere, por encima de
los demás?.
Expertos en medicina creen que se está quedando la
investigación a medio camino entre lo que es y lo que
debiera ser, pero de ahí no pasa nadie. Y si no se está
pasando es porque ciertos intereses publicitarios, unas
simples zapatillas, pueden tener más fuerza que una
investigación bien llevada a cabo.
Hace un par de días, yo veía con atención la escalada al
Mont Ventús por parte de From, en el Tour de Francia.
Mientras veía la ascensión de este ciclista no podía por
menos de acordarme de aquel otro ciclista inglés que en la
década de los 60, creo que en el año 67, caía fulminado,
precisamente en este mismo puerto. Aquel, se demostró, había
ingerido algo prohibido que terminó con su vida. Llamémoslo
como queramos, había ingerido veneno.
Y es que los estimulantes de los sistemas nerviosos no
contienen energía, pero al anular o disminuir la sensación
subjetiva de fatiga, suponen ser harto peligrosos, puesto
que el atleta influenciado por sus efectos pierde el control
de auto dosificación de esfuerzo. Es como si se destruyera
el sistema de alarma e hiciera caminar confiado por un
terreno minado.
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