Con los sustos y los sobresaltos,
y los vientos del levante , me quedé sin ganas de escribir y
gracias a esos caminos y los grandes paseos por las calles
de mi Ceuta, me iba encontrando con gente, que en buena
medida, los pocos y los justos, hablamos en petit comite,
sin refrescar el gaznate, sin cervezas ni aperitivos, ni
barras de bar, puesto que los que vamos a carajo sacado y
encima deportistas, quizá se nos va mas el ojo a las mozas y
señoras caballas, que a pensar apoyarnos el codo en la
taberna de turno.
Había ocasiones que tanto bloqueo y tanto mecanismo , me
hacía verme en una rutina horrorosa y mas de lo mismo, con
los culebrones familiares, las fuertes declaraciones, y las
muertes de gente que hacía uno sobrecogerse de manera que
siempre decía el más ávido, ¡ no somos nadie ! .
Al terminar el Campamento Deportivo, me he visto en la piel
del profesor, del maestro, del que expone, del responsable,
del que enseña, y del que tiene que manejar un grupo de en
este caso niños de varias edades, y claro... que no han
bebido los vientos, de cuando nosotros eramos los niños.
El maestro no es el colega, era la misiva interna que
merodeaba mis pensamientos, sus padres delegaban en
nosotros, y nosotros, debíamos enseñar, educar y proteger, y
por supuesto que nos hicieran caso. Como siempre, salía el
gallo del corral, el quejas, el chulito y el protestón, así
como los borregos descarriados... el feote, que no lo quiere
el grupo y el que parece el rabo del perro... el que no
tiene arreglo.
Todas estas apreciaciones, son las que uno tiene por critero,
que la vida es un barco pirata, y lo bueno y lo malo que te
presente por las amuras del barco, por las embestidas, por
los arreones y por supuesto los abordajes, así estarás
curtido y curtida, porque para un rato de placer, de
sentimiento y emoción, lo demás será pura supervivencia, y
así nos lo ponen todos los dias, los telediarios.
Todos y todas disfrutaron, cada uno a su manera, aparcaron
los video juegos, las tablets, los móviles y las ropas de
moda y se encontraron con el medio natural, y ahí saca uno
de dentro, ese institinto de esfuerzo, afán y superación.
Hace ya treinta años, ya me movía yo por el gremio del
comercio, ese que tiene la carta de defunción en la calle
Real y sus alrededores, porque salvo que seas franquicia, ni
escuela de negocios, ni tejido industrial, ni tecnicas de
empleo ni chorras merinas.
Y los amigos o que decían ser amigos de mi padre, me veían
espigado, apuesto, elegante, espabilado, supongo que no
serían maricones, sólo que la envidia, les chorreaba por los
sobacos, y sus hijos con la carrera de hormigas, y los
granos pubertinos y los pastores son... no los dejaban de
vivir.
Y sacaron la frase, ¿tu hijo que hace ?, mi padre, siempre
les hacía un comentario practico, mi hijo está estudiando el
nocturno, lo que era el Graduado, por las mañana, aprende y
me echa una mano, y dentro de dos años, se va voluntario a
la Armada.
Ah, si es que me gustaria contar con el, voy a abrir una
tienda en Malaga, voy a montar un negocio en Madrid, quiero
abrir una sucursal en Canarias... Y mi padre el podre se
ponía contento y eufórico, quizá no sabía que entre tanta
expansión comercial de los paisanos, lo que había en verdad,
era un puto cotilleo, una mera conversación de marias de
patio, que querian enterarse de Javier Chellarám, que ya
sufría los sinsabores del amor, del adiós del colegio, que
imitaba al vestir a los futbolistas del Ceuta , y procuraba
ponerse al dia, en los avatares de la vida, que te daba la
Calle Real.
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