Desde hace muchos años me he
preciado de ser un seguidor acérrimo de la fiesta de los
toros y un defensor de la misma.
El tiempo ha pasado, los años nos hacen ver mejor lo que
antes veíamos al trasluz y a medida que corren los años,
cada vez más, me parece que la fiesta va a pique.
Lo digo como lo siento y como lo voy viendo cada temporada
que pasa y me doy cuenta de que el asunto de la tauromaquia
se está convirtiendo en un auténtico fiasco.
Hace años, cada temporada, yo no veía menos de 90 o 100
festejos en directo, además de todos los que podía ver por
TV, ahora se me pasan los meses, en el verano, sin ir a los
toros y ni siquiera me quedo, a lo largo de la tarde, viendo
la retransmisión de ninguna de las corridas televisadas,
pongamos por ejemplo, de las de San Fermín.
Por algo será, es lo primero que se le ocurrirá decir a
cualquiera de los que me está leyendo ahora mismo, y ese
algo es el timo que desde la fiesta de los toros se viene
dando, cada día más, a los que todavía querríamos creer en
la pureza de la fiesta.
No hace falta más que elegir al azar, media docena de
festejos televisados y otros tantos yendo a una plaza de
toros, no de cualquier pueblecito, sino de las plazas
aparentemente serias, de segunda o de primera categoría.
Con esos doce festejos, si eres capaz de observar, con
tranquilidad, lo que allí se está dando, uno se da cuenta de
que lo primero que está faltando es el toro-toro, el
verdadero toro de lidia que si hay algún ganadero osado que
quiere seguir manteniendo se lo tendrá que quedar en la
finca, porque las figuras, las figuritas o los figurines no
se los quieren torear, al preferir los verdaderos borregos o
toros aborregados que aguantan 30 pases, pero no soportan
dos puyazos bien colocados.
Pero hay más, como el verdadero pastel de los toros se lo
vienen repartiendo escasamente media docena de empresarios,
ninguno de esos, para no molestar a las figuras de turno,
osaría comprar el verdadero toro a aquel ganadero que lo
fuera de verdad.
Y puestos a hacer comparaciones, yo estoy convencido de que
si se diera una semifinal de la Champions, en fútbol, en la
que se enfrentaran el Madrid y el Bayern de Munich, al
terreno de juego saldrían el verdadero Madrid y el auténtico
Bayern, no el Ciempozuelos y el Bad Rotenfelde, por ejemplo.
Además de que se jugaría el partido con el balón
reglamentario para la competición y con la presión necesaria
para que el encuentro no fuera un timo.
En los toros hoy, la mayoría de los toritos que salen,
parece que están prefabricados, la casta falta,
prácticamente, en todas las ganaderías y todos los
condicionantes, fuerza especialmente, para que den juego
están a medio gas.
Lo he dicho antes y lo tengo que repetir:” hoy la fiesta de
los toros es un timo”, y como el personal no es tonto nos
encontramos con que las plazas no se llenan, los abonos no
se sacan como se sacaban hace diez años, y en lugares donde
hace una década se daban cuatro festejos hoy no se da
ninguno.
Es el desliz hacia la casi desaparición de una fiesta, en la
que hay mucho escaparate, muchos formas bonitas, como de
salón, pero fuera del escaparate hay poca trastienda, porque
los propios taurinos, los que se auto denominan como tales,
son los que tratan de medrar con el engaño y se la están
cargando.
Por lo tanto que nadie diga que son los anti taurinos los
que van en contra de la fiesta, porque la auténtica realidad
es que, desde hace ya muchos años, son los que se llaman
taurinos los que la van acuchillando poco a poco y cada
temporada más.
|