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sociedad - DOMINGO, 14 DE JULIO DE 2013


Maite Betriu. fidel raso.

ENTREVISTA / MAITE BETRIU
 

«Da sensación de libertad, desde el aire pierde importancia lo demás»

Maite Betriu, piloto de ‘Ceutahelicopters’, destaca que en su profesión son necesarias “la serenidad, no ponerse nervioso, buena coordinación y tener la capacidad de ver cinco cosas a la vez”
 

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Un buen piloto de helicóptero debe ser muy sereno, no ponerse nervioso, tener la capacidad de ver cinco cosas a la vez y tener buena coordinación. Eso es lo que pienso, por mi experiencia y por los alumnos que he visto en estos años”. Maite Betriu es piloto, una de las “cinco o seis” mujeres pilotos de helicópteros que hay en todo el país, la segunda que consiguió en España esta titulación. ”Los alumnos sosegados, los tranquilos, tienen mucha capacidad”, explica Betriu que es, además, instructora de vuelo. “Cuando estás volando, además de mirar fuera, debes mirar adentro, utilizar la radio, las dos manos, los pies... Debes hacer muchas cosas a la vez”.

A sus cincuenta años, ha desempeñado casi toda su carrera profesional en Cataluña, pero ahora está con ‘Ceutahelicopters’ realizando la “campaña de verano” en la ciudad autónoma. Ella tiene asumido que cuando llega el periodo estival la destinan a otra parte del país, lejos de su ciudad natal, Barcelona. La costumbre no quita para que la experiencia ‘caballa’ le llegase como una nueva ilusión.

“He mantenido siempre la misma ilusión, me sigue gustando mucho, y es bien curioso porque la misma sensación de nerviosísmo e ilusión que tienes cuando haces algo nuevo, me pasó cuando vine a Ceuta. Me apetecía un sitio nuevo”, explica la piloto, durante una entrevista con EL PUEBLO en la que reconoce que una de las cosas que le gusta de su profesión es que “aún cuando llevas mucho tiempo haciendo lo mismo, y te gusta, siempre haces cosas nuevas”. “De hecho -añade-, yo no sé hacer otra cosa. Si algún día pierdo la licencia me muero”.

Una experiencia en Ceuta -donde trabajará hasta que “en septiembre u octubre” cambien la aeronave por una más grande-, con la que ella está encantada, pero que su hija, Irene, de catorce años y residente en Barcelona, no lleva tan bien. “Muchas veces me preguntan por la conciliación de la vida laboral y familiar. Irene sabe que en verano no existo y lo lleva fatal”, explica. “No le gusta que sea piloto, pero su padre se encarga de ella en verano y tampoco me siento mal por ello. Los días que tengo libres se los dedico a ella, porque más que la cantidad, importa la calidad”.

Eso sí, la adolescente no quiere ser piloto como su madre, sino abogada. No ha heredado una tradición que a Betriu le viene de su padre, que fue el primer piloto civil en una época en la que todos los pilotos de helicóptero eran militares. Ella, desde muy pequeña tenía claro que le gustaba volar. Le apasionaban los motores. Mientras que sus dos hermanas odiaban -y odian- volar, “incluso en aviones”, con su hermano también comparte profesión.

A los doce años, su padre le enseñó cómo había que actuar en un helicóptero. “Desde pequeña, si lo ves, subes en helicópetero y quieres dedicarte a ello”. Así fue, desde entonces tuvo claro que quería dedicarse a esta profesión y se siente “afortunada” de que sea así. Más aún cuando asegura que es un “mundo complicado” con un mercado laboral con pocas perspectivas. “Antes había oportunidades en la administración pero están recortando en helicópteros y no hay previsión de que vaya a ir a más”, explica la piloto, que añade que, además, están cerrando escuelas. “En Barcelona había cinco y han quedado dos. También cierran las empresas pequeñas que se dedicaban por ejemplo a la filmación para películas. Por eso ella recomienda que se dedique a esto sólo quien tiene verdadera vocación. “Se ve enseguida quién se dedica a esto porque realmente le gusta y es vocacional y quién lo hace porque no sabe qué hacer y piensa ‘Me voy a sacar esto’. Estos últimos no llegan muy lejos normalmente porque cuesta encontrar trabajo, es muy duro”. “Hasta que no tienes mil horas vas mendigando que te dejen volar. Al estar en una escuela, ves quién es vocacional. Suele coincidir que les gustan los motores, que han estado en simuladores de vuelo... Los que no, los que son durillos, acaban tardando más, y se lo terminan sacando, pero no acaban trabajando”, añade.

Una carrera larga

Maite Betriu comenzó a formarse en este campo en el año 1987 y hasta 1992 no comenzó a volar de manera profesional. En España había algunas escuelas, pero no estaban reconocidas. “Tenías que examinarte en Salamanca por libre y era muy difícil y complicado”, recuerda. Por eso ella optó por trasladarse a Estados Unidos. “Me lo saqué allí, tengo la licencia americana, pero cuando volví a España cambiaron la normativa y tuve que volver a examinarme de todo”. Primero se sacó la licencia de avión, pero después se especializó en el helicóptero, que era su verdadera pasión. Por eso, compara volar en helicóptero respecto al avión como conducir una limusina o una moto de montaña. “Yo soy más de moto de montaña. El avión es ir de un punto a otro, en aeropuertos. Pero con el helicóptero aterrizas aquí y allá. En el avión es todo instrumental, y en el helicóptero es más visual, es como más aventura, te genera más de adrenalina”, explica.

Recuerda los inicios como difíciles. “Me costó muchísimo. Ahora hay escuelas y tienes un programa pero antes era muy dificil porque tenías que estudiar con lo que encontraras por ahí”, explica. Su primer trabajo como piloto de helicóptero fue en una escuela de Gerona. “Me ficharon para llevar la parte comercial y como piloto. Allí me saqué el de instructor, que fui la primera. Estuve doce años allí, era la responsable de la escuela, directora de operaciones, y lo compaginaba con el vuelo, porque se instruye en vuelo”, detalla.

Uno de los puntos fuertes del examen de ingreso es el reconocimiento médico. “El examen inicial es muy ‘heavy’, muy bestia”. Ni dislexias ni daltonismo, pruebas muy específicas de coordinación. Ni soplos ni arrítmias ni más de 15 dioptrías. “Y si no lo pasas, es para siempre, irrevocable. Incluso aunque te operes”, explica la piloto, que recuerda los muchos casos que ha visto en sus años como instructora, Se ha encontrado con “gente muy ilusionada” a la que le han denegado el acceso por cuestiones de salud. “He vivido muchos dramas de gente que había ahorrado todo su dinero, siempre lo había tenido en la cabeza y le han dicho que no. Pero es que la licencia es muy restrictiva”. Después, cada seis meses se hacen controles rutinarios. “Tampoco puedes tener el colesterol alto ni subidas de azúcar, ni puedes tomar muchos medicamentos. Ni alcohol ni drogas, por supuesto. Te hacen análisis de sangre y orina y electros”.

Además de la evolución en escuelas, donde más ha avanzado la aviación, explica Betriu, es en “seguridad”. “En Estados Unidos todo es mucho más sencillo, en España ha mejorado, es muy seguro volar, también en Europa en general. Los tiempos de descanso, las inspecciones, AESA está muy encima de las empresas y sanciona”, explica la piloto, que remarca que ella ha elegido en qué empresas trabajar en base a criterios de seguridad.

Así entró en ‘Cathelicopters’, que hacían vuelos turísticos por Barcelona y filmaciones. Y en esta empresa espera quedarse el resto de su carrera. Pese a los años de profesión, asegura que uno siempre está pendiente. “Está interiorizado, pero cuando conduces un coche pocas veces miras, por ejemplo, el aceite. En el helicóptero sin embargo haces chequeos todo el tiempo. Tienes que conseguir volar y que volar no sea un problema. Conocer bien la máquina y las emergencias, que casi nunca las hay. Las máquinas cada vez fallan menos”, explica la piloto, que reconoce no haber pasado nunca por una situación de conflicto, ni tampoco por una situación de ‘histeria’ entre pasajeros.

Por lo que sí se han sorprendido alguna vez es por encontrarse a una mujer al frente de los helicópteros. “Aunque más en Ceuta, en Barcelona no -apunta-, pero se sorprenden positivamente”. Sí que pensó que al principio, por el tema del género, podría tener problemas con los bomberos, pero no fue así. Ser mujer nunca ha sido un impedimento para ella que ha hecho de su vocación, su profesión. Y es que, cuando escucha los motores, se emociona. “Poner en marcha el helicóptero, escuchar motores, saber que estoy controlándolo y luego despegar. Nunca he perdido esa sensación de poderío y de libertad, de ilusión. Desde arriba, pierde importancia todo lo demás”.
 


La “vocación” de Maite Betriu es “la campaña de incendios”, cuya labor está “muy regulada”

Maite Betriu dice que su “vocación” es la campaña de incendios, a la que suele dedicarse en verano. En este trabajo se centra en labores de coordinación de los medios aéreos. “Un jefe de Guardia coordina los medios terrestres, y yo los aéreos, y me gusta tanto que no lo veo complejo”, apunta la piloto, que destaca que todo está “muy regulado”. “El jefe de guardia va a mi lado y me va diciendo qué quiere. Yo lo transmito y voy diciéndoles a los bomberos dónde hacen falta las descargas de agua”. También debe dar a los helicópteros avisos si llegan aviones. “En verano, muchos nos dedicamos a estas campañas”, apunta la piloto.
 


“Me hubiera encantado explicarle a Carracao cuándo van dos pilotos en un helicóptero”

“Me hubiera encantado explicarle a este señor cuándo van dos pilotos en un helicóptero, que son un comandante y un piloto y que cada uno tiene funciones distintas”, explica Maite Betriu, en relación a las críticas del secretario general del PSOE, José Antonio Carracao, que denunció que ‘Ceutahelicopters’ volará con un sólo piloto. “Cuando vuelan dos no es por seguridad, sino por la máquina, que es más compleja y requiere funciones de cada uno de ellos”, apunta. “O la operación es complicada y necesita das personas que lo lleven o uno lleva la navegación”, matiza Betriu, que explica que, además, “el copiloto no está suelto, por lo que no podría sustituir al comandante si tuviera un problema”. “Por ejemplo, cuando llevo a los bomberos, yo voy sola y van seguros. El tipo de aeronave y de operación es lo que determina qué hace falta”. “Si la máquina es más grande van más pasajeros, lo que requiere más instrumentación”.
 

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