No hace falta que yo repita que,
desde hace ya muchos años, todo lo que hay o sucede en Ceuta
lo considero de gran importancia para mí, tanto o más que lo
que va sucediendo, a diario, en mi pueblo.
Y esto es así, porque en Ceuta he vivido, desde 1978, y aquí
he pasado parte de los días más importantes de mi vida y
espero seguir pasándolos mucho tiempo.
Esto es lo que ha hecho que desde el año 1993 haya caído no
como en mi casa, sino en mi auténtica casa que es el Parador
Hotel La Muralla.
Aquí he vivido y vivo mucho más tiempo que en mi propia casa
en Piedrahita, aquí he tratado con todo el personal de hace
20 años, de hace 10 o de hoy mismo, y en todos ellos siempre
encontré a unos profesionales extraordinarios y a unas
personas fuera de lo normal, tanto los que estaban en 1993,
en 1997, en el 2007 y hoy mismo.
Ya es difícil decir esto, pero lo puedo decir:” en 20 años
jamás tuve la menor queja de nadie del Parador y ninguno de
ellos podrá decir que ha tenido una sola queja sobre mí”.
Esto es lo que hace que cualquier cosa buena que le sucede a
una persona del Hotel La Muralla yo la celebre como algo
propio y, de la misma manera, cualquier desgracia o
sufrimiento en uno de ellos lo considere como si fuera en
mis propias carnes.
Todo esto viene a cuento de lo que el martes por la tarde yo
hablaba, desde Ávila, con la recepción del hotel y me dieron
una de las peores noticias que me podían dar, en aquel
instante:” hace unos días que ha muerto Isabel, la
gobernanta”.
Me quedé perplejo, hubiera preferido no oír nunca esta
frase, pero la vida trae noticias que no podemos rechazar
cuando se han consumado.
Conocí a Isabel antes de que fuera gobernanta y siempre me
demostró el mismo interés que tenía por la propia casa.
Lo suyo era tener todo en orden, no dejaba títere con cabeza
si las cosas no estaban como tenían que estar y mi último
recuerdo sobre ella está en el equipaje que antes de venirme
de vacaciones dejo cada año en Ceuta.
Ella siempre se preocupaba y desde allá arriba seguirá
ordenando:”Que esas bolsas se queden en ..., que es donde
mejor están”. Eso es lo último que le oí decir, algo que es
posible que en el futuro se lo oiga a otra persona, pero a
ella ya no.
No está teniendo suerte este año el Parador de Ceuta con la
salud de algunos de sus empleados y ahora, precisamente
ahora, habrán tenido que hacer un cambio de consideración
con esta falta.
Cada vez que hay un hecho de este tipo y mucho más si no se
esperaba, solemos decir lo mismo, casi con las mismas
alabanzas, pero de verdad que en este caso todo lo bueno que
yo diga de Isabel se quedará muy por debajo de lo que yo vi
en ella, a lo largo de los 20 años que llevo viviendo en el
Muralla.
A todos mis amigos del Parador, compañeros de ella durante
muchos años, les debo dar mi más sentido pésame, igualmente
a toda su familia, a quienes yo no conocía, pero las
atenciones, los cuidados y las preocupaciones que ella tuvo,
durante muchos años, para que mi estancia en el Hotel fuera
agradable, merecen, por lo menos, estas líneas in memoriam
de una excelente profesional.
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