Alguien me dijo el martes pasado
que muy pocas veces se me veía a mí frecuentar la noche
ceutí. Y le aclaré el motivo: he ido perdiendo esa costumbre
a medida que me he ido haciendo mayor. Siendo como era
asiduo noctámbulo.
Mis pocas salidas nocturnas las suele programar Alberto
Gallardo. Sí, así como suena. AG es quien hace posible
que yo acuda a cualquier fiesta que él organice con fines
benéficos. En cuanto él me lo propone, allá que salgo
pitando hacia el lugar elegido con sumo gusto y la
predisposición adecuada para pasármelo más que bien.
El lugar elegido, en esta ocasión, fue el Club de Tenis
Ceuta, situado en Loma Margarita. 150 comensales nos dimos
cita el viernes por la noche, debido al poder de
convocatoria que tiene el anfitrión y, desde luego, porque
los dineros recaudados son destinados a cumplir un objetivo
digno de encomio: que pueda funcionar cuanto antes el Centro
de Día para enfermos de Alzheimer.
Debo reconocer que a mí me hacen más tilín las fiestas en
las que no haya que sentarse a mesa alguna. Ya que prefiero
los corrillos. Pues me agrada sobremanera recorrerlos para
pegar la hebra. Charlando con unos y otros y procurando
hacer nuevas relaciones. Y, por qué no decirlo, no
permaneciendo allí donde mi presencia no sea bien vista o
bien a mí me pueda el tedio. Aunque debo decir que en la
fiesta del viernes compartí mesa con tres matrimonios
encantadores.
Pero antes de acomodarnos en nuestros sitios pude conversar
con Adela Julios, directora de Radio Nacional de
Ceuta y con Monserrat Taboada, locutora de COPE
Ceuta. A la que hacía un mundo que no veía. Y recordamos
cuando yo hacía mis pinitos en la radio. Gloria y yo
nos lo pasamos en grande con Clemente Cerdeira y
Charo, su mujer; cuya forma de ser contagia optimismo a
raudales.
Isidro Hurtado de Mendoza, acompañado de Yolanda, su
esposa, me pone al tanto, con la lógica satisfacción, de que
ha obtenido el carné nacional de entrenador de fútbol. Y a
mí me hace adentrarme en el túnel del tiempo: y me veo en el
verano de 1973, internado en el Instituto Nacional de
Educación Física en Madrid. Para hacer el curso de
entrenadores dirigido por José Villalonga. El cual
sufrió un infarto que le costó la vida.
De pronto, ante mi extrañeza, veo que Luz Marina hace
su entrada en el recinto conducida en silla de ruedas.
Pierna escayolada pero alegre el semblante, mi estimada
amiga y mujer de Alberto Gallardo se ve obligada a dar
explicaciones a cuantos desean saber por qué se ha quebrado
el peroné. Y lo hace como si tal cosa. Y uno entiende su
estoicismo. No lo voy a entender… Gran mujer, pues, Luz
Marina.
Alberto Gallardo se me acerca y descubro que goza de un
aspecto físico estupendo. Y que anda subido de tono. Y así
se lo manifiesto mientras le doy el abrazo correspondiente.
El cual va impregnado de los mejores deseos para él. Y no
hace falta que diga nada más. Lo que sí diré es que la
fiesta benéfica, una más de las que La Fundación Eduardo
Gallardo viene llevando a cabo para darle vida a ese
esperanzador Centro de Día para enfermos de Alzheimer, fue
un éxito rotundo. Fiesta que me sirvió a mí para vivir la
Ceuta nocturna, en un recinto estupendo. Conque ya estoy
deseando que AG me diga, cuanto antes, ¡Manolo, que
te espero en tal sitio!...
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