La estafa multimillonaria de las
acciones Preferentes comercializadas como un plazo fijo,
cuando suponían un producto de alto riesgo, vendidas como un
depósito seguro y de inmediata disponibilidad con máxima
rentabilidad económica, ha supuesto un enorme fraude. Han
sido aportaciones financieras subordinadas en algunos casos,
a empresas que tuvieron nula información para los clientes
sobre las “peculiaridades de transmisión” de estos títulos
para cuya venta, había de haber antes un inversor interesado
en comprarlas, algo que no ocurre con el estrangulamiento
existente en el mercado.
Este denominado “producto tóxico”, promovido para dotar de
liquidez a las entidades financieras que se sumaron a su
comercialización, con Bankia a la cabeza, ha supuesto la
ruina de muchísimos modestos inversores que, llevados del
entusiasmo que le transmitieron sus banqueros “de toda la
vida”, se dejaron seducir por un producto que les iba a
facilitar unos importantes intereses. Beneficios que dejaron
de serlo cuando el gran “timo” no pudo ocultarse por más
tiempo y sumió en la ruina económica y en el quebranto de
salud, a muchísimas personas que, llevadas de la depresión y
el “shock” sufrido, comenzaron a ver como afloraban las más
diversas patologías en su cuerpo.
Las consecuencias de este gran desfalco económico no ha sido
únicamente financiero, sino también una incruenta tortura
psicológica para quienes, o bien han precisado tratamiento
especializado para sobreponerse a su ruina o, simplemente
han muerto a resultas de esta hecatombre económica de
características domésticas y dimensión amplísima. Ceuta no
ha estado ajena a este “tsunami” financiero. Hay muchos
afectados.
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