En cartas a los celtiberos
esposados, cuyo autor es Evaristo Acevedo, leo cuál
es el panorama de la juventud masculina española de los años
sesenta. De acuerdo con la religión y la ley, el español no
debe acostarse con una mujer sin estar previamente
santificado por el matrimonio. Hacer lo contrario es
“pecado”. “Pecado de perversión” si induce a una soltera a
faltar a sus virginales deberes.
“Pecado de adulterio” si acuéstase con una casada. “Pecado
sin definir” si “liga” con una viuda. Para casarse la
sociedad le exige tener resuelta su situación económica y
adquirir un piso, cuyo precio mínimo es de 500.000 al millón
de pesetas. Mientras tanto, la sociedad dice al soltero:
“¡Permanece casto!” Y a la soltera: “¡No pierdas tu
virginidad hasta que te cases!”.
Los tiempos han cambiado, gracias a Dios, pero en esta
ciudad hay un tipo, periodista él, que viene disfrutando de
pisos de protección oficial. Que yo sepa el periodista ha
conseguido que se le adjudiquen dos y con ambos ha
negociado. Sin que nadie le haya hecho el artículo
correspondiente a semejante desvergüenza.
El periodista de marras se dedica desde hace muchos años a
ponerse de parte de los gobernantes locales. Sean éstos de
las siglas que sean. Debido a que él es un consumado
camaleón. Un sujeto que suele cambiar de opinión o conducta
por interés. Pero a cambio de firmar cuantos escritos le
pongan por delante exige cada equis tiempo que le concedan
un piso de bóbilis. De balde. Gratis.
Tras un tiempo prudencial habitando el inmueble regalado,
por los servicios prestados a los políticos gobernantes, el
periodista se deshace de él sin pagar la deuda contraída y
comienza a hacerse acreedor a otra vivienda. Y a fe que lo
hace tan bien como para conseguir otro piso. En el mejor
sitio de la ciudad y, normalmente, de los mejores situados.
La venta de los pisos le conceden la oportunidad de hacerse
con un dinero que no le corresponde y, encima, nadie se hace
cargo de las trampas que le deja a Emvicesa. Y la Empresa
Municipal de las Viviendas de Ceuta se resigna a ser
defraudada de esa manera. Mientras que los funcionarios del
organismo ponen el grito en el cielo contra lo que ellos
consideran un robo a mano armada.
Robo a mano armada es recibir las llaves de un piso sin
pagar el 20% de entrada y la hipoteca correspondiente al 80%
restante. Cuando hay innumerables personas que están
lampando por poder acceder a un piso sin que les sea
concedido por falta de medios. Personas que nunca han
disfrutado de una vivienda de protección oficial y mucho
menos de una de compra directa.
El periodista en cuestión, conocido ya por cómo se trajina a
los gobernantes para que le permitan traficar con viviendas,
es el mismo que se encarga de defender a las autoridades
locales cuando éstas cometen tropelías. Un periodista al
cual se le conoce entre bastidores como el vendido a tiempo
completo.
El periodista en cuestión, trincón de oficio, es capaz de
escribir cuanto le dicten si a cambio le prometen que, a su
debido tiempo, le será posible vender su piso de protección
oficial y hacerse con otro que será pagado íntegramente por
el gobierno. El hecho, que es de dominio público y que viene
ocurriendo con cierta frecuencia, debe ser conocido por la
coalición Caballas. La formación que todo lo sabe.
No obstante, Juan Luis Aróstegui, nuestro inquisidor
de guardia permanente, permanece en silencio. ¿Por qué
será?...
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