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OPINIÓN - LUNES, 1 DE JULIO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

María del Carmen Cerdeira
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Hoy, domingo, cuando escribo, su nombre ha vuelto a sonar con fuerza, porque se ha convertido en Premio. Todo un reconocimiento por haber promovido las políticas socialistas a favor de la igualdad para lesbianas, gais, transexuales y bisexuales, las minorías étnicas o las personas con discapacidad, impulsando la creación de grupos sectoriales pioneros en la política española y europea.

María del Carmen Cerdeira, cuando falta nada y menos para que se cumplan seis años de su muerte, ocurrida el 2 de agosto de 2007, ha acaparado la actualidad madrileña. Ya que el Primer Premio que lleva su nombre lo va a recibir José Luis Rodríguez Zapatero. Por su defensa de la igualdad al regular el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo.

El acontecimiento, que lo es en todos los sentidos, viene a premiar la vida política de una mujer cuyos merecimientos fueron muchos y que estuvo en posesión de una personalidad que no necesitaba de alardes de ningún tipo para que luciera siempre acorde con las situaciones.

La conocí siendo concejal del Ayuntamiento. Era ya abogada y gozaba de un atractivo que invitaba a charlar con ella de cuanto se encartara. Aparentaba fragilidad física, pero en aquel cuerpo grácil, amén de voluntad, espíritu de sacrificio y sentido del deber, se daban cita también su rebeldía, su independencia solitaria, y sobre todo su ternura tan escondida. Y, desde luego, irradiaba fuerza y un afán de aprender casi enfermizo.

Debo reconocer que mi amistad con Carmen fue generándose sin prisa pero sin pausa. Las pocas veces que coincidíamos hablábamos lo justo y si lo hacíamos sobre la pertenencia a un partido ella me solía decir que no me veía, por mi manera de ser, militando en ninguno.

De sonrisa fácil y siempre luminosa, quizá para conjurar los cimientos del mal bajío, que bien podía ella vislumbrar en momentos de incertidumbres, comenzó a preocuparse por la vida de los más desfavorecidos. De quienes habían venido a este mundo a tener que disimular sus deseos por el qué dirán.

Ese que dirán al que Carmen le dio bien pronto un regate de diva contra los prejuicios tan arraigados en una sociedad que procedía de un vivir pacato y donde la murmuración y cogérsela con un papel de fumar tenían asentadas sus posaderas.

Fue en 1995, siendo ella delegada del Gobierno, cuando más veces pudimos charlar. Y tuve la suerte de que me distinguiera con llamarme en cuanto visitaba Ceuta una personalidad para que yo la entrevistara. Así pude hacerle una a la encantadora Carmen Romero. Que no pocas veces he distinguido como mujer de aquí te espero.

En aquella ocasión, me fue posible descubrir cómo CC era capaz de echar mano de su ironía para quitarle hierro a cualquier asunto. Y es que la Cerdeira, como solían nominarla quienes hablaban de ella sin conocerla, ganaba muchos enteros en las distancias cortas. Cierto es que mis relaciones con ella no fueron siempre agradables. Ya que fui yo el primero que escribió acerca de que podría producirse una rebelión de los inmigrantes refugiados en los bajos de las Murallas Reales del Ángulo. Y hubo asesores que nos indispusieron. Pero pronto surgió la reacción de ella, como mujer inteligente que era, y acabó con el problema.

En fin, que Rodríguez Zapatero ha sido el primer ganador del Premio que lleva nombre de mujer: de una gran mujer ceutí.
 

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