Chila lleva casi dos años y medio en casa, los mismos,
prácticamente, que yo en Ceuta. Chila es ceutí y era una
gata callejera. Cuanto tenía un año, los de ‘Veterinario
Reinoso’ le practicaron un aborto y la esterilizaron de
manera altruista. El postparto se complicó y les dio pena
volver a dejarla en la calle. Yo fui a hacer un reportaje y
me pidieron que en el periódico pusiéramos que buscaba
familia. Era complicado, porque la gente, si adopta, sólo
quiere bebés. Así llegó Chila a casa. Desde entonces me
enseña cada día. Ella sabe aprovechar el momento y busca
siempre los resquicios de sol que entran por la ventana para
tumbarse y calentarse. Consecuencia de su etapa callejera,
es ansiosa con la comida, y la pide con ímpetu cuando llego
a casa. No le importa que tenga jornadas laborales
inmensamente largas, cuando llego se me sube a la barriga y
se pone a ronronear. No quiere que la toques demasiado, pero
le gusta sentirte cerca, sentirse querida.
Yo protejo a Chila y ella me protege a mí. Una suerte que no
tienen los gatos callejeros. En la mayoría de las ciudades
civilizadas, el Gobierno local lleva a cabo campañas de
castración y control de colonias de gatos callejeros,
acciones que se han pedido de manera reiterada a la
Consejería de Sanidad y Consumo, tanto por parte de
ciudadanos como desde la Protectora de Animales. Desde la
Ciudad sólo hablan de un reglamento de Protección Animal,
“muy proteccionista”, que nunca llega. Se alcanza el extremo
cuando, amparados en un foco de rabia, la Ciudad emprende
una caza de gatos en la ciudad.
La rabia es algo muy grave, pero en ninguna localidad de la
península han sacrificado a los animales sanos como medida
preventiva. Se han emprendido acciones como la de mantener
en cuarentena a los animales que habían mantenido contacto
con el perro infectado. En Ceuta no. En la ciudad autónoma
se llevaron a cabo sacrificios indiscriminados. Los
veterinarios fueron testigos de ello. Desde la Protectora de
Animales se denunció que se estaban sacrificando no sólo
animales sanos, sino incluso gatos que la Protectora, de
manera voluntaria, había esterilizado, cubriendo de este
modo una labor que no realiza la Ciudad, la de controlar y
esterilizar a las colonias felinas.
En Ceuta hay gente que se ha preocupado y se preocupa mucho
por cuidar a los gatos callejeros, como Juan Tuset o
Gabriela Larrea, desde la Protectora, que eran los únicos
que velaban por mantener sanos a los felinos. O como esa
adolescente que se pasea por la calle Independencia dándole
comida y antibióticos a una gata callejera rubia, o como esa
señora que llegó un día al periódico cargada de recortes de
revista en los que se describía la necesidad de una
esterilización felina promovida por las autoridades, o como
esos muchos ceutíes, perseguidos por la Policía por cometer
el delito de alimentar y dar de beber a seres indefensos que
no cuentan ni con el calor de un hogar ni con la protección
de una administración civilizada.
Pero, desafortunadamente, también hay mucha gente insensible
que tiene la desfachatez de protestar porque hay
“demasiados” gatos merodeando por la ciudad, en lugar de
señalar a quienes no velan por su defensa. España en
general, pero Ceuta de manera muy concreta, tiene mucho que
aprender de esa Europa en la que se vela por la protección
animal con el mismo ímpetu con el que se defienden otras
causas. Quien tiene en casa animales, aprende de ellos a
cada momento y no sería más que repetir, la de veces que los
especialistas recomiendan que los niños crezcan amando y
relacionándose con animales.
Hace unas semanas, estuvo en Ceuta dando un curso la
escritora Espido Freire. Estuvimos hablando de gatos. La
escritora, amante visible de la defensa de los derechos de
los animales, sostenía: “Ni siquiera vamos a entrar en el
tema animal, sino en el de la sensatez. En el momento en el
que los gatos desaparecen, las ratas y alimañas aparecen.
Debe existir un control de la población de gatos callejeros,
con una campaña de identificación y esterilización, como se
ha llevado a cabo en multitud de sitios, lo que permitiría
el control de las colonias y evitaríamos el abandono de
crías. Eso permitiría controlar la reproducción y evitar
posibles molestias, además de mantener las medidas
higiénicas. En muchas ciudades existe un interés de según
qué protectoras que cobran por animal muerto y las
protectoras auténticas se encuentran con que animales en los
que han invertido cariño, tiempo y dinero, los matan, y eso
no crea buen karma ni es agradable”.
Termino con una historia real. Hace unos años, cuando era
estudiante, llegué a casa con un par de cachorros, cuya
madre acababa de morir atropellada. Uno de ellos, Rufo, cayó
al agua. Aparentemente había salido ileso del ’baño’. No
sabíamos que sus pulmones estaban llenos de agua. Cuando
volvimos a casa, su hermano, Miró, lloraba incesante
intentando llamar la atención. Lo encontramos abrazado al
hermano que había caído al agua, intentando darle calor.
Rufo estaba inmóvil, aparentemente muerto. Lo llevamos al
veterinario de urgencia, que nos dijo que era difícil que
sobreviviera a causa del agua que había tragado. Si está
vivo aún, nos dijo, es porque su hermano no ha dejado de
darle calor. Milagrosamente, Rufo sobrevivió y no se separó
ya nunca de su hermano, Miró, su salvador. Crecieron los dos
juntos, corriendo por el jardín. Hasta que un día Miró, el
salvador, apareció muerto. Nunca pudimos probar lo que
parecía obvio, un vecino lanzó al animal a una verja tras la
que vivían siete perros que acabaron con el gato en cuestión
de segundos.
Las personas malas, pese a que a algunos nos cueste creerlo,
están siempre acechantes para hacer daño sin más impulso que
el del propio mal. Espido Freire tenía razón al decir: “Mis
gatas me han permitido darme cuenta de que el amor
incondicional no lo merecen todos los humanos”. Es cierto,
los gatos nos enseñan que no todas las personas merecen ser
amadas. Ellos, los animales, sin embargo, están ahí, en el
portal de casa, pidiéndonos amor, pidiéndonos respeto y
protección. Y depende de nosotros dárselo, porque estos
gatos callejeros no pueden defenderse solos.
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