Eso parecía, en la tarde-noche del
viernes, cuando las salidas de las grandes ciudades
aparentaban estar tomadas por los veraneantes.
Sin embargo, esa aparente invasión es, solamente, una
apariencia, porque la situación económica, especialmente, no
da para demasiadas aventuras y ese denso tráfico, del fin de
semana, que coincide con el fin de mes, es únicamente
aparente, para seguir, desde el comienzo de la semana
siguiente, con la rutina ordinaria, marcada, principalmente,
por lo que indica la situación económica y el paro.
Hemos entrado en el verano, la situación sigue como estaba,
las familias con niños, ahora, seguirán como estaban, pero
con la particularidad de que los chavales tendrán que
permanecer en casa, y si bien es cierto que en otros
momentos, en circunstancias similares, todos “tiraban” hacia
el pueblo, por aburrido que éste fuera, ahora con los
pueblos despoblados y los abuelos con una pensión reducida
no podrán acoger a hijos y nietos, donde, también, el paro
les deja sin muchas posibilidades para poderse desplazar.
Es alarmante la situación, un puesto de trabajo hoy lleva
aparejada una cola de docenas de personas, en busca de ello,
y luego, el que lo consigue tiene que trabajar en las
condiciones que se le imponen y si no hay otros que lo
aceptarán, como sea.
Por eso, cuan uno ve, en el fin de semana, esos aparentes
atascos, en las salidas de las grandes ciudades, parece que
se encuentra en contradicción con lo que realmente hay, el
paro, la inseguridad, la excesiva tranquilidad, no porque
nadie esté tranquilo, sino porque hay pocas cosas que se
muevan.
Es la situación que tenemos hoy. Es la vida que estamos
viviendo en los comienzos del verano de 2013, en el que,
desde Tarifa a Irún, o desde Finisterre al cabo de Gata
parece todo una misma copia de la situación por la que
atraviesa España.
Los Montoro, de Gunidos y toda la patulea que se encuentra a
sus alrededores no saben por donde empezar, y ya es hora de
que aprendan, porque llevan casi media legislatura sin que
hayan sido capaces de dar un paso en positivo.
Esto, claro está, se puede corregir votando a otros en las
próximas elecciones, lo malo del asunto es que sales de
Málaga y te metes en Malagón, dejas a unos que son unos
inútiles y te agarras a otros que tienen un corte parecido,
pero que además te hacen creer lo contrarios, con lo que
además de hacerlo mal te están engañando.
Mal verano. El trabajo, en contra de lo que nos quieran
vender, no se ha movido apenas nada, ser joven es una
desgracia, ser un poco mayor es, además de una desgracia, un
disparate si vas buscando trabajo y eso sí, mientras tanto
van apareciendo cada día más listos que se llevan lo suyo y
lo de todos los demás. Esto no tiene una clara solución,
nosotros, al menos, no la vemos y la gente con la que
hablamos piensa otro tanto de lo mismo.
Ahora mismo, cuando estoy terminando de escribir, veo desde
mi casa que la carretera tiene más movimiento y lo que se me
viene a la mente es: “será para distraerse en alguna fiesta
de cualquier pueblo”. Es lo único que se me ocurre pensar en
una circunstancia como esta en la que ni los ya famosos
brotes verdes se ven aparecer por ninguna parte. Veremos en
qué queda el verano, desde luego no lo veo con demasiado
optimismo.
|