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OPINIÓN - JUEVES, 27 DE JUNIO DE 2013

 

OPINIÓN / SNIPER

Ceuta, ¿ciudad corsario-islamista
bajo bandera española?

 


José Luis Navazo
yebala07@yahoo.es

 

"Chuia, chuia” (despacio, despacio). O como diríamos en mi añorada tierrina asturgalaica, “vamos indo”. Con ser de gran importancia la reciente y parcial desarticulación, el 21 de junio en Ceuta, de la red transfronteriza hispano-marroquí vinculada con la organización terrorista Al Qaïda, que ya había enviado decenas de “yihadistas” de la región a la guerra civil que está ensangrentado Siria, acción llevada a cabo en un brillante y coordinado operativo por la Guardia Civil, el Cuerpo Nacional de Policía y el CNI, la clave de bóveda no estaría en la deriva terrorista en sí, si no en la continuada labor de adoctrinamiento y radicalización islamista que sufre una buena parte de la comunidad musulmana de la ciudad (sobre 50.000 personas a la baja, es decir más de la mitad ya de la población total), substrato ideológico previo sobre el que florece y medra el terrorismo islamista cuyas raíces vienen creciendo desde hace al menos veinte años en Ceuta. Siendo esta una hipótesis de trabajo que, lamentablemente y los últimos acontecimientos han ido conformando, va abriéndose paso tozudamente como eventual tesis desde principios de la década actual.

Es decir, la deriva ideológica religioso-radical de Ceuta y Melilla (más particularmente en la primera), hace que ambas ciudades presuntamente “Autónomas” vayan pasando progresivamente de ser entidades con mayoría de población musulmana, a ciudades en creciente proceso de islamización. Y entiéndame el matiz: “musulmán” no es lo mismo que “islamista”, pues el islamismo lleva anexa una carga política habitualmente radical, además de que las primeras víctimas del terrorismo yihadista son los mismos musulmanes. YAl respecto entiendo que en Ceuta y en lo que a islamización radical se refiere, bien pudiera haberse cruzado lo que en aviación se llama “punto de no retorno”, ante lo cual no cabe más opción que seguir “de frente y por derecho”. Esta es mi opinión, sujeta por otro lado a la evolución de los hechos. Puro empirismo.

Por lo demás y en el operativo que nos ocupa (nada que ver ni en el fondo ni en las formas con las operaciones “Tigris”, de junio del 2005 o “Duna”, en diciembre de 2006), son varias las circunstancias concurrentes que dan un perfil específico a la “yihad” en Siria.

De entrada y al contrario que el “yihadismo” estigmatizado como puro y duro terrorismo de Afganistán, Irak o Mali, en la guerra civil siria el frente no está suficientemente delimitado, pues al lado de organizaciones de claro perfil terrorista que combaten al régimen de El Assad se encuentran milicias legitimadas por Occidente, es decir Europa y los Estados Unidos además de países como Turquía, Egipto o Arabia Saudí. Es decir, a diferencia de Aganistán, Irak o Mali, un joven y enfervorizado musulmán de ascendencia sunní inflamado por la “yihad”, constata: primero, que el régimen filoshiíta de Al Assad protegido por la República Islámica de Irán y apoyado sobre el terreno por las milicias de la organización terrorista Hezbuláh, está masacrando a la población sunní (la rama mayoritaria del Islam); y segundo, que la rebelión sunní (en la que hay grupos de todo tipo) está financiada por Qatar y Arabia Saudí, además de legitimada de algún modo por Occidente. Entonces, atención, solo en el caso de que un “brigadista” musulmán se integre en el frente sirio en el seno de una organización terrorista (como son los casos de los entre diez y doce ceutíes), sería considerado como tal. Es decir, el mero hecho de ir a combatir contra el Estado sirio y el régimen, legal por lo demás, de El Assad, no convierte a priori a un combatiente musulmán en terrorista. Y en Siria hay luchando en estos momentos y, sobre todo, formándose en el manejo de armas y explosivos, sobre 700 jovenes musulmanes (decenas de ellos conversos) procedentes de Europa.

Con todo y como advertía el pasado día 20 en Correo Diplomático, en los casos de los jovenes ceutíes reclutados para la “yihad” en Siria (“yihad”, atención, contra otros musulmanes), al fervor religioso de base y la previa labor ideológica de islamización se unirían otras circunstancias concurrentes, como la marginalidad, la indigencia cultural y en ocasiones la falta de perspectivas de un trabajo estable. En Ceuta y matizando al delegado del Gobierno en la ciudad, Francisco Antonio González Pérez, no es que haya habido solo “dejación en el control del yihadismo”. Peor aun: desde los años ochenta, cuando ya se estaba incubando el huevo de la serpiente, ha habido dejación, negligencia y cobardía a varias bandas, dejándose crecer impunemente el islamismo radical y sus prédicas, caldo de cultivo del actual terrorismo yihadista. Porque de aquello polvos, no lo duden, vienen estos lodos.

Es inaudito que entidades como la Ciudad Autónoma, la Delegación del Gobierno y la misma Comandancia General (COMGECEU), hayan permitido la construcción de mezquitas ilegales (la del Recinto entre otras) en Ceuta, si bien digamos que desde Comandancia notificaron en tiempo y forma (junio 2010) a la Ciudad de la ilegalidad de las obras. O se siga sin meter mano a presuntos y poderosos narcotraficantes que no dejan de financiar generosamente, desde hace años, todo lo que huele a islamismo radical, como es el caso por ejemplo de Maimuni Al Kebir. (sí lector, el oscuro y peligroso personaje en el que estás pensando) El terrorismo yihadista no me preocupa, entrecomillado. Es un problema meramente policial, abordable técnicamente. El gran riesgo es el proceso gradual de islamización radical de la ciudad, proyecto oscurantista emboscado y firmemente asentado actualmente en varias mezquitas que delimitan el perímetro ceutí: desde At Tauba (antigua Darkawia) en Príncipe a Ibn Rochd (Averroes) en Benzú, pasando por la matriz de la secta del Tabligh en Hadú (Al Noor) o la de Recinto Sur, entre otras. Tal parece que las autoridades no acaban de digerir aquello de “Con vuestras leyes os conquistaremos y con nuestro Islam os someteremos”, pues de otra forma no se explican las incautas complicidades y generosas ayudas financieras que sostienen el entramado islamista, tanto en Ceuta particularmente como en el resto de España.

Un islamismo radical por otro lado que, desde hace tiempo, ya tiene en Ceuta cobertura política con nombre y apellido, además del “compañero de viaje” o “tonto útil” anexo al guión. ¿Es Ceuta hoy día (y en menor medida Melilla) una ciudad corsario-islamista radical bajo los colores de la bandera roja y gualda…?. Ese es el auténtico problema. Y cada año que pasa, más. Visto.
 

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