La Copa FIFA Confederaciones no
vale un pimiento. Por más que se esté jugando en Brasil. La
participación de Tahití, con todos mis respetos para los
tahitianos, por más que el barón Pierre de Coubertin,
fundador de los Juegos Olímpicos Modernos, dijera que lo
importante no es vencer, sino participar, está siendo un
fraude. Y un atentado contra el ya mal llamado deporte rey.
La Copa Confederaciones tiene toda la pinta de ser un torneo
veraniego en el cual los dirigentes de la FIFA y todos sus
palmeros aprovechan su celebración para ponerse hasta la
corcha de todo lo bueno que tiene el país de acogida. Como
ejemplo nos deben valer las declaraciones de los periodistas
que no cesan de proclamar que se lo están pasando bomba y
que ojalá pudieran alargar su estancia en sitio tan
exuberante en todos los sentidos.
Los comentaristas y glosadores de Telecinco muestran su
felicidad, a cada paso, como si jamás hubieran visto esa
mezcla explosiva de mujeres descendientes de blancos e
indios, de blancos y negros o de negros e indios. Y hasta
comentarán entre ellos que su compañera Sara Carbonero
podría competir con las valquirias nacidas de alemanes y
autóctonos, llegados a Brasil tras la Segunda Guerra
Mundial. Eso sí, procurando por todos los medios que no se
entere del cotilleo el hombre de la mujer que no se corta lo
más mínimo en decir que cuanto haga o diga Vicente del
Bosque va a misa.
El hombre de Sara Carbonero vive sin vivir en él. Ya que no
se cansa de decirnos que los nervios se lo comen en cuanto
se pone en la portería. No en vano ha estado muchos meses
sin jugar. Menos mal que Toni Grande, el ayudante
fiel de Del Bosque, está convencido de que un portero, como
Iker Casillas, necesita solamente dos entrenamientos
seguidos para seguir siendo el mejor guardameta del mundo.
Lo que faltaba.
El mejor guardameta del mundo tiene bula para trabarse con
el balón en los pies; tiene bula para jugar atado a los
palos; tiene bula para no acertar a poner una barrera en
condiciones; y tiene bula para que ante los balones por alto
se le descomponga la cara y ésta se convierta en máscara de
auténtico miedo. El mejor guardameta del mundo ha conseguido
que, desde Madrid, el jefe de la operación salvemos a
Casillas, Alfredo Relaño, haya dado la orden a sus
mandados a Brasil, de actuar tal y como hace ya bastantes
años lo hacían los cronistas taurinos que trincaban y que
eran conocidos como sobrecogedores.
Es decir, si el torero que se dejaba caer había tenido
bronca, los sobrecogedores hablaban de palmas; si la faena
había sido de vuelta al ruedo, ellos le concedían una oreja
por su cuenta y riesgo; si el premio era de un apéndice, los
revisteros taurinos aireaban dos… Y así sucesivamente.
Operación que hacían a la inversa cuando los diestros se
olvidaban del sobre de marras. Mas entonces, como no había
televisión y los periódicos y revistas se leían en las
barberías, mucho tiempo después de haberse celebrado el
acontecimiento taurino, la gente se creía a pie juntilla lo
que decían los gacetilleros.
Los gacetilleros de Telecinco nos dijeron que Víctor
Valdés había cumplido frente a Nigeria. Sin más. Y a mí
me parece muy bien que a sus intervenciones, que fueron
magníficas, no se les diera categoría de paradones. Los
paradones que sí se inventan cuando juega el novio de SC. La
chica que labora a ‘pie de campo’. Ahí se ve también la mano
de Paolo Vasile. Y luego dicen de Berlusconi.
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