Guillermo Martínez, hasta ahora consejero de Economía,
Hacienda y Recursos Humanos, hizo ayer pública su renuncia a
continuar como responsable de estas áreas y abandona la
política por razones familiares, según argumentó. Muchas son
las interpretaciones y los análisis que se están produciendo
en estas horas posteriores al anuncio de Guillermo Martínez
de dejar la política. En mi opinión, si el principal motivo
para retirarse de la primera línea política es dedicarse a
su vida personal en ese caso no hay más que decir, tan sólo
desearle mucha suerte. Siempre hay un día en el que te miras
al espejo y no te gusta del todo ni tu cara ni quién eres.
Es cuando el cuerpo te pide cambio y surge la gran pregunta:
¿me lo puedo permitir? Guillermo Martínez cree que sí y ha
tenido la valentía de afrontarlo.
Las decisiones personales que toma la gente sobre su vida
merecen un respeto. Es cierto que no ha sabido ni podido
controlar la situación y que el escándalo Urbaser le estalló
en las narices, pero no pienso plantear hipótesis ni hacer
conjeturas sobre si hay algo más que las razones que él
mismo ha dado.
Lo que si tengo claro, analizando su trayectoria política,
es que el gran defecto de Guillermo Martínez ha sido ‘saber
callarse’, lo que para muchos supone una virtud, pero que no
deja de ser una falsa y malentendida fidelidad al jefe. Una
falsa fidelidad basada en la obediencia debida y la sumisión
impuesta o aceptada, porque la única lealtad válida es la
que se ejerce desde la libertad ... de no mantenerla. Desde
la libertad, la fidelidad es un placer inmenso e
incomparable.
No obstante, a Martínez esa actitud le valió para ser
considerado uno de los hombres importantes en el Gobierno de
Juan Vivas. Como se suele decir en el ámbito político,
pertenecía al “núcleo duro” del Gobierno, o sea, los hombres
más cercanos al Presidente. Pero no siempre que se da la
aceptación se obtienen resultados satisfactorios esperados.
A Martínez, como a muchos otros del Partido Popular, le ha
faltado atreverse a decir en voz alta lo que murmuran en los
pasillos hasta que ven de lejos acercarse la sombra de Vivas
y cambian de discurso. Hubiera resultado gratificante que,
en estos tiempos en los que los chalaneos interesados priman
sobre cualquier ideología asentada, Guillermo Martínez
hubiese defendido su criterio y sus principios, con los que
se puede disentir o no, pero que no deben cambiar según
soplen los vientos. En este caso, según ‘sople’ el
presidente Vivas.
En su adiós, ha sido elegante, agradeciendo los servicios de
quienes colaboraron con él y pidiendo disculpas por sus
errores o a quien, sin intención, pudiera haber molestado.
Ha sido, quizás lo mejor: su despedida
Emilio Carreira
En el caso de Carreira, lo de ‘saber callarse a tiempo’ no
se ajusta a su estilo. Siempre ha llamado a las cosas por su
nombre. Y por ello le quieres o le odias. No será de los que
le de al presidente la razón en todo. Tiene criterio y
opinión propia, dice al pan pan y al vino vino, cuenta con
gran visión política y es un estratega consumado. Juan Vivas
ha hecho una apuesta segura, convencido que le será de
máxima utilidad durante lo que resta de legislatura y como
pilar para situarlo en puesto de privilegio en una próxima
legislatura. En la actual no formó parte de los 25 y Juan
Vivas recurrió a él como vicesecretario de Comunicación,
consciente de su facilidad de palabra y su visión política,
además de polemista de lujo
Recuperar para el Gobierno de la Ciudad a Emilio Carreira es
un acierto pleno. De él se sabe el juego que da y qué se le
puede exigir. No hay incertidumbres como tampoco dudas a la
hora de reconocerle que será un bastión fundamental para
Juan Vivas en la acción de Gobierno.
En la empresa municipal ACEMSA ha hecho una muy buena labor,
como también lo hizo en anteriores legislaturas en la
Consejería de Hacienda que ahora volverá a ocupar. Siempre
se le consideró un verdadero “animal político”, un valor
potencial del Partido Popular y pieza deseable para cerrar
cualquier puzle político.
Pasado su “purgatorio” político, Emilio Carreira que después
de estar en primer línea pasó a un cierto ostracismo, vuelve
a resurgir y lo hace como responsable de una consejería con
mucho peso político en las áreas de mayor responsabilidad,
las económicas y la de personal. Dos ámbitos en los que el
Gobierno de la nación ha incidido de manera sobresaliente en
los últimos tiempos de crisis.
Emilio Carreira además es un gran comunicador y conecta bien
con los medios de información para los que siempre está
dispuesto, les da juego y mantienen muy buenas relaciones
personales. Era el hombre necesario para Juan Vivas, del que
nunca debió de prescindir y al que ahora recupera. Quienes
más agradecerán su vuelta serán sus propios compañeros de
Gobierno y el propio Vivas. Con ello, sale ganando el
Partido Popular.
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