En los próximos años, asistiremos a conmemoraciones
extraordinarias en la historia de España. Son las gestas
acaecidas cinco siglos atrás, y vinculadas muchas de ellas
al descubrimiento y conquista de las tierras americanas.
Llegará el aniversario del descubrimiento del estuario del
río de La Plata en 1516; el quinto centenario del inicio de
la primera vuelta al mundo (1519) y la conquista de Méjico
(1521), por poner unos ejemplos.
Este año, toca recordar el 500 aniversario de un
acontecimiento mayúsculo que tendría una gran trascendencia
en fechas posteriores. Vasco Núñez de Balboa alcanzaría la
gloria con el descubrimiento del Océano Pacífico un 25 de
Septiembre de 1513.
Balboa fue uno de esos hombres que arriesgaron su vida
impulsados por conocer qué hay más allá de las líneas
dibujadas en los mapas, de afrontar los riesgos y vencer el
miedo a lo desconocido. Ciertamente, en estas aventuras se
puede encontrar un deseo de riqueza, de búsqueda de la
gloria y la fama, pero en el fondo el verdadero impulso que
los mueve a poner incluso en juego su propia vida es la
aventura, lo desconocido, ser el primero en ver algo, es una
emoción que no hay nada que la pueda sustituir y que nunca
acaba, como decía Thomas S. Elliot: “ No debemos dejar de
explorar. Y al final de nuestras exploraciones llegaremos al
lugar del que partimos, y lo conoceremos por primera vez”.
En los años posteriores al descubrimiento de América,
zarparán hacia el Nuevo Mundo todo tipo de personajes, desde
los nobles en busca de gloria y fama, hasta ladrones,
adúlteros, hombres que huyen de sus deudas y todo tipo de
maleantes que buscaban tanto dejar atrás sus problemas con
la justicia como hacerse ricos, recogiendo del suelo el oro
que Colón les había prometido.
Vasco Núñez de Balboa, natural de Jerez de los Caballeros
(Badajoz), nacido en 1475, era conocido en sus años mozos
como el “esgrimidor” por su destreza en el manejo de la
espada, circunstancia ésta que le causó más de un problema,
ya que no en vano se vio metido en más de una ocasión en
asuntos de faldas o haciendo honor a su fama de pendenciero
y justiciero a la vez.
En 1501, cumplidos los veintiséis años, podía decirse que se
encontraba entre estos hombres que, animados por los relatos
de los viajes colombinos, deciden emprender la aventura. Y
ni corto ni perezoso se embarca en una expedición dirigida
por Rodrigo de Bastidas, a quien los Reyes Católicos le
habían otorgado una licencia que le permitía recorrer y
tomar posesión de “todas aquellas tierras que no hubiesen
sido descubiertas por Colón y que no pertenecieran a
Portugal, conforme a lo establecido en el Tratado de
Tordesillas (1494).
La expedición zarpaba desde Cádiz a bordo de las naves San
Antón y Santa María de Gracia y otras dos más pequeñas. En
dicha expedición iba también el ilustre cartógrafo Juan de
la Cosa, que había participado en los dos primeros viajes de
Colón.
Recorrerían la costa de Venezuela y la costa atlántica de
Colombia, descubriendo la desembocadura del río Magdalena,
las bahías de Cartagena y Santa Marta y el istmo de Panamá,
llegando finalmente a la isla de La Española (actual Santo
Domingo) donde Balboa se asienta como agricultor, aunque con
escasa fortuna, arruinándose y quedando endeudado.
En 1509, huyendo de los acreedores, Balboa se embarca con su
fiel perro Leoncico como polizón , escondido en el interior
de un barril en la nao de la expedición que Martin Fernández
de Enciso dirige en socorro del gobernador Alonso de Ojeda.
Percatado de su presencia, Enciso amenaza a Balboa con
abandonarlo en un islote desierto, pero consciente de los
conocimientos geográficos que el extremeño poseía sobre
aquellos lugares, decidió que continuara viaje hasta la
colonia de San Sebastián de Uraba, logrando derrotar a los
indígenas que la hostigaban constantemente.
Balboa recomendó a Enciso cambiar la ubicación del
emplazamiento de la población, trasladándola a Daríén donde
florecerá el considerado primer núcleo urbano continental de
América: Santa María la Antigua de Darién.
Pasado el tiempo y con el beneplácito de los vecinos, Balboa
se convertiría en alcalde de la villa.
En 1511 es nombrado gobernador de la provincia de Veragua,
iniciando entonces el recorrido por el istmo de Panamá,
enfrentándose a las tribus que vivían en la zona.
Una de las tácticas empleadas en el combate por los
españoles, inferiores en número a las tribus a las que se
enfrentaban, además de concentrar todo su esfuerzo en la
captura o muerte del cacique , que conllevaba la inmediata
rendición de toda la tribu, era el uso de perros que
atemorizaban a los indíos y mataban a muchos de ellos.
Tras vencer al cacique Careta en la zona del istmo y
entablar amistad con el caudillo indígena, Balboa supo por
boca del mismo, de la existencia de un inmenso mar al otro
lado de la cordillera que cual espina dorsal, recorre toda
Centroamérica hasta Panamá. Y también le da noticias de una
rica región situada al sur en la que abundaba el oro.
El día 1 de Septiembre de 1513 , se interna en la selva
panameña con una columna de 190 hombres armados con espadas,
lanzas, ballestas y arcabuces a la que se unen unos 800
indios que había aportado el cacique Careta, y con la
compañía de una jauría de perros .
Tras vencer y dar muerte en el interior de la selva al
cacique Torecha, Balboa, con un pequeño grupo expedicionario
de veintiséis hombres, alcanza la cima de una cordillera
desde donde se podía divisar a lo lejos las aguas de un mar
desconocido e inmenso. Era el 25 de septiembre. El
descubridor baja desde la cima montañosa e invierte dos días
en llegar hasta la orilla del mar, y entrando en él hasta
las rodillas y enarbolando la espada en una mano y en otra
un estandarte con la imagen de la Virgen María, toma
posesión en nombre del rey de España Fernando el Católico. A
aquel océano lo bautizó como Mar del Sur por oposición al
Océano Atlántico que quedaba al norte del istmo de Panamá. Y
no será hasta 1520 cuando Magallanes en su periplo de
circumnavegación a la Tierra lo rebautice con el nombre de
Océano Pacífico por la aparente tranquilidad de sus aguas.
El descubrimiento del O. Pacífico tuvo una gran
trascendencia en un futuro no muy lejano. Años más tarde se
convirtió en una gran ruta comercial conocida con el nombre
de “Galeón de Manila” .Era el nombre con el que empezaron a
cruzar el Océano las naves españolas una o dos veces al año.
desde Manila hasta los puertos de Nueva España (Méjico),
principalmente Acapulco y Las Peñas (actual Puerto Vallarta)
y viceversa.
El servicio se inauguró en 1565, cincuenta y dos años
después de la gesta de Vasco Nuñez de Balboa, por el marino,
también español, Andrés de Urdaneta tras descubrir el
llamado “tornaviaje”, es decir, la ruta de regreso desde
Manila a Acapulco a través del Pacífico, aprovechando la
corriente asiática del Kuro Sivo. En total se invertían unos
cuatro o cinco meses en la realización de la travesía.
Volviendo a nuestro héroe, Balboa fue nombrado tras el
descubrimiento del más grande océano de la Tierra,
Adelantado del Mar del Sur y Gobernador de Panamá. Sin
embargo el destino quiso que fuera acusado años más tarde de
un delito de traición por el gobernador Pedrarias Dávila y
juzgado y condenado a muerte, siendo decapitado junto a
varios compañeros en la ciudad de Acla, en Enero de 1519,
justo el año en que daba comienzo Magallanes su viaje
alrededor del Mundo.
Pero a pesar de su triste final , Panamá no ha olvidado al
descubridor. Hoy, diversas avenidas y parques del país
centroamericano llevan el nombre de Balboa, que es también
la moneda panameña y uno de los puertos principales en el
Canal de Panamá. En España, su nombre aparece en calles de
diversas ciudades como Sevilla, Salamanca, Jaén, Valladolid,
e incluso una estación del Metro madrileño, recuerda al
insigne extremeño rotulando la entrada a la misma con su
nombre.
El descubrimiento de Balboa dejaría también planteado un
reto geográfico: la búsqueda de “un paso” que comunicara el
Atlántico con el Pacífico. Siete años después del
avistamiento por primera vez del “Mar del Sur”, Magallanes
despejaría la incógnita. Pero ésta es otra historia.
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