Particularmente, me parece que va
a ser “mucho ruido y pocas nueces” los cambios que se van a
dar en la Administración del Estado, para evitar gastos,
muchos gastos y, al mismo tiempo, para evitar que un mismo
asunto sea tratado por diversos estratos, lo que conlleva
además de esos gastos, una lentitud tremenda en su
desarrollo.
No me cabe la menor duda de que, llegados a esta situación,
desde el Gobierno que preside Mariano Rajoy se comienzan a
ver demasiados problemas, no ya sólo en lo que les dejó el
Gobierno o los Gobiernos de Zapatero, sino todo lo que viene
de atrás, desde que un tal Clavero Arévalo prefirió aquello
de “café para todos”.
En esta frase, aparentemente simple, se fraguó todo el
desarrollo comunitario, de la forma que se ha fraguado y lo
que era una aparente descentralización se convirtió en 17
estados, algunos de los cuales, queriendo ser más papistas
que el Papa, establecieron embajadas, defensores del pueblo
y todos los organismos que les venían bien a los políticos
más tunantes para así ir acomodando a “lo mejor de cada
casa” y asegurarse, de por vida, una serie de cargos en los
que poder ir rotando para seguir con la cabeza en el pesebre
de la Administración.
La casta política, convertida en una nueva clase, ha sido la
causante de la desestabilización económica y la culpable de
que, hoy por hoy, lo más fácil sea alinearse en un partido y
con ello “buscar el sueldo seguro”.
A esto no lo podemos llamar, tal como está, democracia y
creo que incluso se está superando la partitocracia y el
ritmo hacia donde podrá encaminarse.
Hay quienes empiezan a hacer “rebajas” en los parlamentos
autonómicos y en los sueldos de los parlamentarios, Castilla
La Mancha ha empezado, pero mucho me temo que se va a quedar
todo en “amagar y no dar”.
Y digo esto porque ya veremos como respiran muchos de los
que llevan treinta años montados en el cargo, cuando vean
peligrar su escaño.
No lo veo claro. Y no creo que Rajoy, a pesar de su mayoría
tan aplastante, se vaya a atrever a dar los siguientes pasos
definitivos.
Por de pronto, Rajoy, por haber sido él mismo presidente de
una Diputación, no se va a atrever a tocar ese cáncer que
son las diputaciones provinciales, auténticos nidos de
enchufados, en los que llegan a altos cargos, incluso a
vicepresidentes, personas que no saben donde tienen la mano
derecha.
Desde hace más de 20 años, he venido siguiendo los pasos de
una de esas diputaciones y he visto cada año que iba pasando
que ese organismo iba engordando, pero no con gente de
valía, sino con trásfugas, pelotas, analfabetos y lame
traserillos que se han hecho con un cargo y un sueldo sólo
con estar diciendo “sí señor” al cacique que preside ese
organismo.
El día que Rajoy empiece a “sajar” por ahí me creeré lo de
la reforma de las administraciones, hasta tanto, lo que
decía antes:” mucho ruido y pocas nueces”.
Otros temas ni los he abordado, ni los voy a abordar, porque
sería perder el tiempo aparentando que creía algo de lo que
ciertos ministros nos vienen contando.
La reforma de la Administración hace falta, pero que se
llegue a empezar, con seriedad, me extrañaría mucho.
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