Define el Diccionario de la RAE el verano como la “época más
calurosa del año, que en el Hemisferio Septentrional
comprende los meses de Junio, Julio y Agosto. En el
Hemisferio Austral corresponde a los meses de Diciembre,
Enero y Febrero”. Conviene matizar, no obstante, para los
escrupulosos de las fechas, que el verano finaliza el 23 de
Septiembre , día en el que da comienzo el Otoño, y el
invierno el 21 de Marzo, fecha de entrada de la primavera,
todo ello referido al Hemisferio Norte.
En efecto, en el Hemisferio Norte entra el verano el día 21
de Junio, mientras que en el Hemisferio Sur dejan atrás el
otoño y darán la bienvenida al invierno. Es en este día
cuando se produce el solsticio, que puede variar entre el 20
y 21 de Junio.
La palabra solsticio proviene del latín “solstitium” o “sol
quieto” y es el día en que el Sol alcanza su cenit o punto
más alto sobre el Trópico de Cáncer en el caso del
Hemisferio Norte y, por tanto, es el día en el que el astro
rey luce durante más tiempo y la noche es más corta,
iniciándose a continuación un lento declinar que nos
conducirá hacia el otoño y el nuevo solsticio, esta vez de
invierno, donde la noche consigue su máxima duración y de
nuevo se reinicia el ciclo.
Los efectos del solsticio se trasladan también a las
regiones polares. Así, el 21 de Junio en el Círculo Polar
Ártico el sol tocará la línea del horizonte pero sin llegar
a ponerse, es decir, el único día donde durante las 24 horas
se hallará por encima del horizonte, mientras que en el
Círculo Polar Antártico sucede justo lo contrario: el Sol se
mantendrá las 24 horas por debajo de la línea del horizonte.
Dicho de otra manera más asequible: el 21 de Junio el día
dura 24 horas en las regiones polares del Hemisferio Norte y
la noche dura 24 horas en las regiones antárticas del
Hemisferio Sur.
Los solsticios son una fecha especial desde la Antigüedad, a
la que muchos pueblos dedicaron fiestas y ceremonias.
En diferentes culturas se convirtieron en fechas destacadas
de sus calendarios. En el caso del de verano, aparece muy
unido el rito de la Noche de San Juan, una noche llena de
simbolismos mágicos donde en sitios como Galicia, se cree
que el mundo de los vivos y el de los muertos se comunican,
lo que no es más que una cristianización de los antiguos
cultos paganos europeos, donde se encendían las hogueras
para ayudar al Sol con su calor frente al creciente poder de
la oscuridad.
En realidad se entendía que el fuego es el elemento
purificador que destruye todo lo que es malo y dañino para
los humanos. Curiosamente, en España las hogueras se
encienden el día de San Juan, el 24 de Junio, y no el día
del solsticio, 20 o 21 de Junio como así ocurre en otros
países.
Quizás el antecedente más directo sobre el que se asienta la
tradición de las hogueras en el solsticio de verano, haya
que buscarlas en el mundo celta. Para este pueblo las
estaciones del año constituyen una rueda que gira sin cesar,
sucediéndose en un ciclo que se repite una y otra vez. La
luz, el calor, la energía que regala el Sol a los hombres y
a la naturaleza en general, se encarga además de regular los
ciclos de crecimiento de las cosechas y de los animales, de
los que, a su vez, depende la existencia humana.
En sus canciones los celtas llamaban al verano “la estación
más hermosa” y durante su celebración encendían grandes
fogatas y paseaban entre ellas a sus reses para protegerlas
de cualquier enfermedad y se daba la bienvenida a la mitad
más luminosa del año.
También en la mitología griega encontramos los antecedentes
de nuestras celebraciones del solsticio. Para los griegos,
el dios del verano era Apolo que también lo era de las Artes
y de las letras. Hermano gemelo de la diosa Artemisa, era
también dios de la luz y el sol y como tal, era venerado por
los helenos que en la noche del solsticio encendían hogueras
para purificar el mal acumulado durante los meses de
invierno.
Un rito parecido tenían los romanos dedicado en este caso a
la diosa Diana (la Artemisa de los griegos), encendiéndose
también hogueras y saltando tres veces sobre ellas.
Pero el Santo que da nombre en la actualidad a esta
celebración es San Juan , hijo de Zacarías e Isabel. Según
recoge el evangelio de San Lucas, cuando la Virgen María
visita a su prima Isabel ésta estaba en el sexto mes de su
embarazo. Si Isabel estaba en el mes sexto y María acababa
de recibir el anuncio de la concepción de Jesús, la Iglesia
dedujo que esto sucedió en el mes de Marzo, teniendo en
cuenta que Jesús nacería nueve meses después, el 24 de
Diciembre. Por tanto, Juan tuvo que nacer tres meses después
de la visita de María a Isabel, lo que nos lleva a concluir
que la fecha del nacimiento de Juan, llamado el Bautista, se
produjo seis meses antes del de Jesús, es decir el 24 de
Junio.
Nada se vuelve a decir de la vida de Juan hasta que lo
encontramos en el desierto “ en el año decimoquinto de
Imperio de Tiberio, siendo Poncio Pilatos gobernador de
Judea” (Lucas 3,1-2) y predicando y bautizando al pueblo, al
tiempo que anunciaba la llegada del Mesías. “Él os bautizará
en el Espíritu Santo y en el fuego” (Lucas 3, 16-17).
Aquí es donde podemos encontrar la razón por la que la
Iglesia utilizase la figura de San Juan para sustituir los
cultos paganos, identificándolos por el fuego en el bautismo
por el Espíritu Santo y el fuego predicado por San Juan.
En España destacan particularmente “dos noches de San Juan”:
la de Alicante y la de Galicia. En Alicante su origen se
pierde en el tiempo, derivada de ritos paganos pero el
origen moderno tiene lugar en 1928 cuando se celebran las
primeras “hogueras” que son el equivalente de las fallas
valencianas.
En Galicia , una de las áreas de influencia de la cultura
celta, las hogueras se encienden en la medianoche entre el
23 y el 24 de Junio, y se celebra el rito de saltarlas nueve
veces como signo de fortuna y prosperidad. Un dicho gallego
se refiere a esta fecha como la ocasión propicia para
espantar el mal, pronunciando estas palabras: “ Por San
Juan, meigas y brujas huirán” . Que todo el mal se aleje de
vosotros, amables lectores, y que la fortuna os acompañe en
los próximos meses. Que así sea.
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