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OPINIÓN - SÁBADO, 22 DE JUNIO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

El valido o favorito
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La madre de un sultán de tiempos antiguos dijo al nacer su hijo: “No te deseo que tengas inteligencia, pues tendrás que ponerla al servicio de los poderosos, te deseo que tengas suerte, para que la gente inteligente esté a tu servicio”.

De haber coincidido en el tiempo aquella mujer con Juan Vivas, habría requerido para su hijo, sin duda alguna, la potra que éste tiene. Porque nuestro alcalde goza de ausencia de mala suerte desde que vino al mundo.

La suerte de nuestro alcalde principia y termina en su persona. Lo cual significa que su buena estrella no extiende su manto protector ni siquiera a los que permanecen junto a él y acatan todas sus decisiones con disciplina espartana. Incluso sucede todo lo contrario: los hay que salen del envite pulverizados y jamás se recuperan de sus dolencias: que pueden ser físicas o morales. Ejemplos hay a porrillo. Pero hoy no toca nominarlos.

La suerte de nuestro alcalde, que es ausencia de mala suerte, para él, y que Dios se la conserve durante muchos años, es harto conocida. Como también es conocido que su buen bajío no admite ser compartido por nadie. De no ser así, hace ya mucho tiempo que la gente acudiría en masa a poner las manos sobre cualquier parte del body de nuestro regidor. Para obtener beneficios incalculables. Los que él obtiene de su baraca. Ese don divino atribuido a los jerifes o morabitos y también a Francisco Franco en vida.

Nuestro alcalde lleva toda una vida convencido de que haga lo que haga y diga lo que diga siempre será protegido por su Ángel de la Guarda. En quien confía ciegamente. Y motivos sobrados tiene para ello: llegó al poder por la puerta trasera y ha venido ganando elecciones tras elecciones sin bajarse del autocar.

Nuestro alcalde, sin embargo, ha necesitado en algún momento de alguien con la misma manera de pensar que la madre del sultán a la que hago referencia en el primer párrafo. Alguien que le dijera que a la suerte hay que protegerla por medio de la inteligencia. Y que el mejor líder es el que se rodea de gente más competente, no más leal. Sobre todo de esa lealtad que se les suele atribuir a quienes dicen que sí a todo y no se atreven ni a rechistar ante cualquier injusticia palmaria. Lealtad de chichinabo que se muestra incapaz de decir basta ya ante errores continuados.

De nuestro alcalde recuerdo yo la respuesta que me dio en la última entrevista que le hice: Yo deseo ser alcalde con un equipo de gobierno hecho a mi medida. Donde todos sus componentes sean de mi cuerda. Exactamente no lo dijo con estas palabras, pero con las suyas lo dijo igual o mejor. Y así lo hizo. Por tal motivo, lleva ya mucho tiempo renegando de lo mal que funciona todo a su alrededor. A fin de que la gente comience a cundir que él no puede hacer milagros. Y que muchos de los errores que se le adjudican al gobierno son porque Vivas está rodeado de incompetentes.

Los incompetentes ya se encarga de mencionarlos Juan Luis Aróstegui. El cual ha confesado, hace varios días, que él siente todo el afecto del mundo por Vivas. Por ser éste su amigo del alma desde hace treinta años. Y lo ha dicho como si los demás hubiésemos olvidado sus calificaciones pérfidas a Vivas.

Nuestro alcalde, a cambio, ha decidido darle vida a la figura del valido o favorito, que tanto poder alcanzaron en los siglos XVI y XVII. Y se ha echado en los brazos de Aróstegui: su amigo. Con el fin de compartir la tarea de gobierno con alguien con dos de frente, según él. Y, claro, Guillermo Martínez está desquiciado.
 

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