Las últimas cifras relativas a la
llegada de inmigrantes, sin ser alarmantes, demuestran una
creciente presión migratoria subsahariana, ya que se
triplican las cifras del pasado año, en el caso de los
subsaharianos, tras interceptar la Guardia Civil a otros
nueve indocumentados ayer en la costa del Sarchal. La
llegada de 358 subsaharianos y 142 argelinos en lo que va de
año, triplica las cifras de los primeros y duplican la de
los magrebíes, situando el Centro de Estancia Temporal cerca
de su máxima capacidad de acogida que es de 515 tras la
última ampliación.
Los 497 inmigrantes del CETI son un signo inequívoco de la
creciente presión migratoria. Pese a que la colaboración de
Marruecos ha mejorado obstensiblemente en los últimos años,
siendo incluso alabada recientemente por el Director General
de la Policía, Ignacio Cosidó, ésta no se corresponde del
todo con los hechos constatados, al proceder del vecino país
todos los ilegales que nos llegan “sin papeles”, poniendo,
por tanto, muy en cuestión esa pretendida colaboración.
A la vista de los acontecimientos, el “goteo” continúo de
inmigración ilegal es un signo inequívoco de que la
colaboración del vecino país podría y debería ser mayor y,
por otra parte, que los controles se hacen problemáticos, ya
que nuestras costas parecen más permeables de lo deseable,
dado que la valla fronteriza resulta mucho más eficaz.
La presión migratoria conlleva problemas añadidos en cuanto
a la acogida, ya que supone sobredimensionar el CETI que
puede convertirse en un foco de problemas de continuar esta
dinámica. Si durante un tiempo se dijo que se aminoraba la
llegada de inmigrantes, en la actualidad la percepción es
bien distinta, aunque lejos de la preocupación de un pasado
reciente. Las matemáticas no mienten.
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