Leo con suma atención que el
supuesto sobreprecio que Caja Madrid pagó en abril de 2008
por su filial en Florida ha llevado a su presidente,
Miguel Blesa, a prisión sin posibilidad de fianza.
Aunque lo cierto es que no fue el único que consideró
adecuada esta cantidad. Además del consejo de la entidad que
la aprobó sin fisura, también la consultora KPMG coincidiría
meses después con el monto desembolsado.
La consultora KPMG es la que no detectó ninguna
irregularidad en las cuentas de la CAM en los últimos veinte
años ni tampoco en las cuentas de la Sociedad General de
Autores (SGAE) ni en la Sociedad Digital de Autores (SDAE).
La KPMG, de la que yo dije, fechas atrás, que parecía un
organismo ruso, ha hecho un informe favorable a Urbaser en
el cual rebate cuanto ha venido diciendo el técnico contable
al respecto de los pagos indebidos. Es decir, que trata de
negar cuanto se ha denunciado acerca de los pagos a camiones
ya amortizados.
Las alegaciones de Urbaser, por lo tanto, han de ser
rebatidas por el gobierno local. Un gobierno que ha venido
dando barquinazos en todo lo tocante a un asunto que sigue
oliendo a chamusquina. O sea, que los pagos indebidos a
Urbaser inspiran entre los ciudadanos sospecha de que haya
en ellos un embolado al que debe hacerle frente nuestro
alcalde.
Si el gobierno local no es capaz, cuando llegue el momento,
de seguir reclamándole a Urbaser los 14 millones de euros de
más que se le han pagado a la empresa de la basura, no nos
cabe la menor duda de que los ciudadanos seguirán pensando
mal.
Y cuando la desconfianza de los ciudadanos vaya aumentando y
el malestar se vaya extendiendo y la ira vaya adquiriendo
protagonismo, todas las miradas irán convergiendo en nuestro
alcalde. Quien ha de enterarse, de una vez por todas, que el
‘caso Urbaser’ debe ganarlo el gobierno. La única manera
para que dejemos de creer que en esas cuentas alguien ha
metido la mano. Lo cual no sería extraño en los tiempos que
corren.
En los tiempos que corren, que son de una desconfianza
absoluta en los políticos, debido a que éstos se han ganado
a pulso un grave desprestigio, sería lamentable que la
empresa Urbaser, mediante sus alegaciones, apoyadas en los
informes de una consultora cuyas actuaciones son tan
lamentables como para tomárselas en serio, saliera a flote
en el envite.
Por consiguiente, bien haría el gobierno local en aprovechar
su litigio con Urbaser no sólo para obtener los catorce
millones de euros de más pagados, que también, sino para que
los ciudadanos no vayan diciendo a voz en cuello que lo de
Urbaser huele mal. Tan mal como para que la opinión
mayoritaria se exprese así: ambas partes han obrado de
manera fraudulenta.
Y esa mayoría de personas que desconfían de Urbaser y de los
gobernantes locales, cada vez que sale el asunto a relucir,
están esperando con verdadero interés el desenlace judicial
de un asunto que ha concitado la mayor atención en la
ciudad, gracias a las portadas que le ha dedicado este
periódico.
Y, por tal motivo, se me sigue preguntando en la calle por
un caso que ha generado mucha expectación. Tanta como para
que la gente desee saber cuál es la situación actual del ya
conocido como el “caso Urbaser”. Y a mí me cuesta lo
indecible decir que, como ya está actuando la Justicia y la
Policía, debemos ser comedidos en las críticas. Comedidos,
sin embargo, no significa mudez.
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