Pascual Sala se ha despedido de la presidencia del Tribunal
Constitucional con críticas a los políticos por su trato al
alto tribunal, pero sin una sola palabra de autocrítica. Esa
carencia, que se da de la misma manera en los otros
estamentos del Estado como el Poder Judicial, el Gobierno
central y los autonómicos o el propio Parlamento es la que,
de alguna manera provoca la actual desafección de los
ciudadanos, su insatisfacción con todos los que no son
capaces de mirar hacia adentro, asumir sus errores, pedir
disculpas y cambiar el rumbo.
La educación en Ceuta y Melilla empeora progresivamente ante
la pasividad de un Ministro pagado de sí mismo que ha
decidido abandonar a su suerte a los únicos territorios que
gestiona directamente.
Ceuta y Melilla son las regiones que presentan el índice de
fracaso escolar más elevado de todo el estado. Esta es la
consecuencia directa e inmediata de aplicar un sistema
educativo ineficiente a una realidad educativa
extraordinariamente compleja. Así lo viene denunciando el
profesorado insistente e inútilmente. Hemos protagonizado
innumerables pronunciamientos, manifiestos y movilizaciones
que han sido sistemáticamente desdeñados con inusitada
soberbia por un equipo ministerial que no entiende, o no
quiere entender, lo que está sucediendo.
En un ejercicio de autocomplacencia, impropio de quien tiene
la responsabilidad de administrar un servicio público
esencial de la categoría de la educación, la mayoría de las
decisiones que se adoptan van en la dirección contraria de
lo que se precisa. Necesitamos diálogo y consenso, y nos
topamos con una administración prepotente y altanera que
todo lo decide unilateral y equivocadamente. Necesitamos
nuevos centros escolares, pero han suprimido todas las
partidas de inversión en materia de construcciones.
Necesitamos más profesores para atender adecuadamente a una
población escolar diversa por naturaleza; y nos recortan las
plantillas. Necesitamos reducir la ratio de alumnos por
grupo para hacer más eficaz la labor docente, y sin embargo,
no para de aumentar (estamos ya al límite de los 30 alumnos
por grupo). Necesitamos nuevos fórmulas pedagógicas, a pesar
de lo cual han desmantelado todos los programas educativos.
Los profesores somos los testigos directos de esta
situación, y sufrimos porque no podemos desarrollar nuestra
profesión en condiciones dignas; pero las auténticas
víctimas son los alumnos y alumnas a los que se les está
privando del derecho a una enseñanza de calidad equiparable
a la que se imparte en otras comunidades españolas.
¿Se merecen Ceuta y Melilla esta desatención frente a otras
comunidades autónomas?
Los profesores de Ceuta y Melilla nos rebelamos ante esta
injusticia y exigimos que se restituya el respeto que nos
han perdido. Instamos al Ministro Wert que asuma su
responsabilidad y cambie su desorientada política.
Demandamos un sistema educativo dotado con los recursos
suficientes y adecuados para hacer frente, con garantías de
éxito, al desafío que esta realidad educativa constituye.
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