Parece ser que el Madrid, mi
Madrid, presentará muy pronto a su entrenador: será Carlo
Ancelotti. De modo que el italiano, una vez que nos diga
que se han cumplido sus mejores sueños, no debería olvidarse
de invocar a sus santos predilectos y asimismo donar un buen
dinero a la Iglesia a cambio de que todos los párrocos
romanos comiencen a decir misas pidiendo por él.
Sería absurdo negarle la categoría que ha tenido Ancelotti
como jugador y, cómo no, la que ha ido adquiriendo cual
entrenador. Dicen de él que es educado, amable, considerado,
etcétera. Y, por encima de todo, que es capaz de adaptarse a
todas las situaciones. Es decir, que no tiene inconveniente
en practicar el “Donde fueres, haz lo que viere”. Expresión
tan de su tierra.
Así que Ancelotti asegura de entrada que se comportará y
actuará según las costumbres y tradiciones del lugar
madridista. Lo cual no deja de ser un regalo de Dios para
quienes nos recuerdan a cada paso que el entrenador del
Madrid debe adaptarse a la cultura del club.
De la cultura del Madrid son Iker Casillas y
Sergio Ramos sus representantes sin par. Ambos, además,
son parte principal de la esencia de ese señorío que
atesoran los socios de tribuna que al orinar le llaman hacer
pis y al culo pompi. Por consiguiente, lo que más le
conviene a Ancelotti, en cuanto aterrice en Madrid, es
reunirse urgentemente con Casillas y Ramos y, sobre todo,
que no falte en la reunión Alfredo Relaño: director
del ‘Diario As’. En esa reunión, vital en todos los
sentidos, con mesa y mantel de por medio, en cualquier
restaurante de los considerados merengones, lo primero que
deberá saber Ancelotti es que Casillas jugará siempre por
decreto periodístico. Hasta que Arbeloa lo vuelva a
lesionar.
A partir de ahí, una vez que Ancelotti haya jurado por todos
los suyos vivos y muertos, que Casillas no hay más que uno y
que todas las alineaciones empezarán por él, se le irán
enumerando otras imposiciones que no son negociables bajo
ningún concepto. Ni siquiera teniendo al equipo en el primer
puesto de la clasificación y a muchos puntos alejado del
Barcelona.
a) Los periodistas deportivos, vamos, los del Grupo Prisa,
irán a los desplazamientos compartiendo medios de
transportes y hoteles con los jugadores. A fin de intimar
con ellos y hablar por los codos. Y hasta pasear con las
figuras para darse pote ante el público, y pasar por
lumbreras de la cosa.
b) Alfredo Relaño habrá de estar enterado, con muchas horas
de antelación a los partidos, de quiénes van a jugar y las
misiones concretas que los jugadores reciban. De no ser así,
el periódico, por medio de su enlace sindical, Casillas,
contará cuanto le plazca con el fin de que sepamos, una vez
más, que AR es quien maneja el devenir del club más laureado
del mundo.
c) Cuando Julio Maldonado ‘Maldini”, experto en
fútbol internacional, decida que el Madrid debe fichar a un
colombiano, un suponer, al cual lleva siguiendo desde hace
la tira de tiempo, el entrenador del Madrid habrá de ayudar
a la causa del fichaje).
d) El entrenador está obligado a chivarse en cuanto descubra
cualquier debilidad de Florentino Pérez. Ya que el
presidente del Madrid, tras la marcha de José Mourinho,
se ha convertido en el hombre a batir.
¿Ha dicho usted Sara Carbonero? “Sí”. De ella no se
dirá ni mu. Porque Relaño es celoso. Muy celoso. Se lo comen
los celos.
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