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OPINIÓN - SÁBADO, 8 DE JUNIO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

El valor del funcionario
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Me van a perdonar que comience esta columna hablando de mí. Porque creo que viene a cuento decirles, una vez más, que hace ya la tira de tiempo yo fui empleado del Ayuntamiento. Mis cargos eran supervisor y director de una escuela de fútbol en el Instituto Municipal de Deportes. La cual nunca vio la luz.

En el IMD observé prácticas denunciables y las puse en conocimiento de mi superior. Y éste, en vez de atajar los desmanes, optó por decirme que hiciera la vista gorda y que me quedara en un puesto distinto al mío y cobrando lo mismo. Lo mismo era un dinero de muy buen ver. Pero dije que nones. Que nanay de la China. Y me najé del tajo ante un Fructuoso Miaja, alcalde, tan estupefacto como mudo.

De mi comportamiento hubo comentarios para todos los gustos. Aunque pocos reconocieron que se necesitaba estar en posesión de un valor seco para actuar de semejante manera. Lo que sí dijeron algunos es que había que estar loco para tomar esa decisión. Quienes así chamullaban del asunto eran funcionarios de entonces. De aquellos ochenta. Cuando los funcionarios tenían mala fama y, como siempre, pagaban justos por pecadores. Es decir, los más por los menos que incumplían sus funciones tal y como suele suceder en toda clase de trabajo.

La mala fama de los funcionarios ha seguido siendo una constante. Que si desatienden sus obligaciones. Que si nunca están en su puesto de trabajo. Que si no tratan a los ciudadanos como es debido. Que si aprovechan cualquier momento para salir a la calle y dejan la oficina abandonada…

Y así podría seguir enumerando acusaciones que no responden a la realidad de esa mayoría que paga con creces las culpas de las pocas ovejas negras que puedan existir. Nada nuevo bajo el sol. Cuando verdad es que ser funcionario de carrera exige unas oposiciones y los hay, muchos, los más, que cumplen a rajatabla con sus cometidos.

Uno de ellos, precisamente, ha sido quien ha demostrado que los pagos indebidos a Urbaser existen. Y manifestarlos le ha puesto en un brete. En una situación comprometida ante las autoridades locales. Pero el técnico ha sabido aguantar la presión y no le ha temblado el pulso a la hora de cumplir con su deber. Por más que lleve meses siendo el blanco de las iras de ciertos medios de comunicación afines al Gobierno. Es decir, calumnia que algo queda. Que es lo que suelen hacer algunos personajes cuando son vapuleados.

Pero la gente, en la calle, la que yo suelo transitar, lo que viene apreciando es el valor con que se está comportando un técnico que debería ser motivo de orgullo de todos los funcionarios y empleados pertenecientes a la Casa Grande. Donde ya va siendo hora de que hechos de tal naturaleza consigan, de una vez por todas, que ser funcionario no dé motivos para sentirse acomplejado por los tópicos al uso y nunca agradables para quienes cumplen sus deberes con creces. Que son innumerables.

Tampoco conviene olvidar, porque es de justicia, el coraje mostrado por José Antonio Carracao, secretario general de los socialistas de Ceuta, dándole publicidad a los pagos indebidos a Urbaser. Sabiendo que iba a ser sambenitado. Puesto en la picota. Pero ha demostrado entereza para dar y tomar. Y la gente ha tomado nota.
 

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