“Estamos en un país que siempre ha considerado que el
bueno es tonto, y que el pícaro es quien extrae beneficio,
pero eso es una apuesta a corto plazo y las torres altas son
las primeras que caen”, explica Espido Freire, que presentó
ayer el libro ‘Los malos del cuento’. Pero antes, en una
entrevista con EL PUEBLO, habló de la escritura y de los
gatos, dos de sus pasiones.
Pregunta.- ¿Cómo se detectan y cómo se enfrenta uno a las
personas tóxicas de las que habla en su libro?
Respuesta.- Conociéndose mejor a uno mismo. No es posible
detectar a un malo sin descubrir por qué estamos atrayéndolo
a nuestra vida y no es posible librarse de él si no
conocemos su comportamiento.
P.- ¿Por qué a veces atraen esas personas aún sabiéndolas
tóxicas?
R.- Una razón es porque se crea una relación de
codependencia, en la cual cuanto más reacciona el agresor,
la víctima más se engancha. Otra tiene que ver con la idea
de la redención, la incredulidad frente al mal y la creencia
de que, de una manera u otra, podemos sacar a esa persona de
ese horror.
P.- ¿Piensa que existe esa redención o que el mal existe
sin remedio?
R.- Yo no creo en la redención y, desde luego, yo no voy a
redimir a nadie.
P.- ¿Qué prefiere escribir los libros como este, el de
los mileuristas o la bulimia, que tienen un estilo
ensayístico, o las novelas?
R.- No tiene nada que ver, cubren necesidades distintas. El
ensayo es muy satisfactorio porque es como hacer una tesis.
Tiene un principio y un final claros, que no lo es tanto en
la novela.
P.- Imparte un taller, suele enseñar en su escuela
‘E+F’...
R.- Cursos. La diferencia entre taller y curso es que en el
taller, el conocimiento se divide entre todos, mientras que
el curso tiene una trasmisión de conocimientos vertical, soy
yo quien imparte la clase y les corrige. Me parece una
técnica más eficaz al ser intensivo.
P.- ¿Y cree que todo el mundo que se forma puede ser
escritor o tiene que tener unas aptitudes concretas?
R.- Para dominar cualquier disciplina hacen falta muchas
horas. Algunas personas las fijan en 10.000 horas de
trabajo, en cuatro años de educación. Yo conozco a poca
gente que de manera auténtica haya dedicado ese tiempo a
ello. Quien tiene ingenio y la facilidad instintiva para
escribir, mejorará muy rápido. Quien no lo tiene tendrá que
trabajar mucho. El genio es otra cosa.
P.- ¿Y anima a la gente a que escriba o tal y como están
las cosas...?
R.- Precisamente tal y como están las cosas, escribir es una
de las mejores salidas para no volverse loco. El hecho de
desahogar miedos, angustias, rencores y esperanzas de futuro
a través de la palabra es claramente terapéutico, aunque no
estemos hablando de crear como tal, sino de memoria. No hay
nada mejor para recuperar la confianza que escribir una
biografía. Yo es algo por lo que estoy apostando ahora,
porque puede permitirnos expresarnos y pensar mejor, que
estamos un poco atontados. Estamos bombardeados por tantas
noticias que tenemos el cerebro embotado.
P.- También va a participar en el homenaje a Luis Cernuda.
¿Hay espacio para la poesía?
R.- No sé si hay sitio para la poesía pero debería haberlo.
La poesía permite la recuperación de la belleza y hay poca
gente que lee poesía, pero quien la lee reconoce que le
cambia la vida y transforma su forma de ver la vida, y yo
estoy de acuerdo. El último libro de poesía que he leído es
de Raquel Lanseros, que está trabajando en un proyecto común
que tenemos varios escritores, llamado ‘Hijos de Mary
Shelley’. También colabora un rapero, Alberto Shone. Valoro
mucho la creatividad.
P.- Tiene por bandera la defensa de los derechos de los
animales, y en concreto de los gatos, un tema que preocupa
en Ceuta. ¿Qué opina?
R.- Ni siquiera vamos a entrar en el tema animal, sino en el
de la sensatez. En el momento en el que los gatos
desaparecen, las ratas y alimañas aparecen. Debe existir un
control de la población de gatos callejeros, con una campaña
de identificación y esterilización, lo que permitiría el
control de las colonias y evitaríamos el abandono de crías.
En muchas ciudades existe un interés de según qué
protectoras que cobran por animal muerto y las protectoras
auténticas se encuentran con que animales en los que han
invertido cariño, tiempo y dinero, los matan, y eso no crea
buen karma ni es agradable.
P.- Y en su caso, ¿qué le aportan sus cuatro gatas?
R.- Muchas aventuras. Me han permitido darme cuenta de que
el amor incondicional no lo merecen todos los humanos. Me
han enseñado a educar mucho mi elemento emocional. También
frustración porque tienes que aprender a convivir con
animales que son muy misteriosos, y capacidad de sacrificio.
Enfrentarme a la pérdida. He sido casa de acogida y de casi
cien que han pasado se me han muerto tres y es muy doloroso.
También me ha permitido conocer a mucha gente interesante e
incluso tener más lectores.
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