Cada vez que ha habido elecciones
municipales, Juan Luis Aróstegui ha participado con
su megalomanía a cuestas. Dando muestras evidentes de una
sobrestimación delirante de su capacidad. Mirando por encima
del hombro a los votantes por creerse a pies juntillas que
es la persona más inteligente de esta ciudad.
Me consta, que, cada vez que fracasaba en sus intentos de
obtener los votos soñados en las elecciones, Aróstegui era
reo de una manía depresiva que lo dejaba tocado durante
mucho tiempo. Y entraba en una fase de enorme insatisfacción
debido al desajuste entre la alta concepción de sí que tiene
y sus condiciones reales.
Desde hace muchos años, vengo diciendo que Aróstegui es un
resentido de mucho cuidado por considerar que los ceutíes
nunca le han otorgado la confianza suficiente para haber
convertido sus aspiraciones en realidad: ser alcalde de esta
ciudad.
En Aróstegui prima por encima de todo un sentimiento
contenido de hostilidad hacia ciertas personas y gran parte
de la sociedad ceutí por considerarse injustamente tratado
por ellas. Y nunca ha dejado de lamentarse de su sino
político. Así como tampoco se ha cansado de decir que las
autoridades locales están a la altura del betún.
No obstante, el secretario general de CCOO, que iba
fracasando elecciones tras elecciones, supo coger a tiempo
el último tren de las urnas aliándose con Caballas. Y desde
entonces viene imponiendo sus directrices en la sombra. Una
situación que uno empezó a predecir hace ya mucho tiempo y
que ahora mismo es de aceptación casi generalizada.
La forma de actuar de Aróstegui en la sombra es cada vez más
diáfana. Menudo oxímoron. Y me explico: su ego, desmadrado
permanentemente, le impide tomar decisiones al alimón, con
quien proceda, sin que éstas sean de dominio público.
Comportamiento que, sin duda alguna, deja a las autoridades
con las posaderas al aire.
El jueves pasado, cualquier persona con dos dedos de frente
se habrá llevado las manos a la cabeza al leer lo que tan
grande asesor en la sombra opinó en relación a la Fundación
Crisol de Culturas. Aróstegui escribió cosas capaces de
despertar odios entre comunidades donde sus miembros están
tratando de convivir más que de tolerarse. Y lo hizo para
perjudicar a Jesús Fortes: comisario de la fundación.
Conociendo el paño, pues, a mí me da en las pituitarias que
JF debe ya empezar a mirar hacia los lados. Y encomendarse a
todos los santos habidos y por haber.
Tampoco debería descuidarse lo más mínimo mi estimada
Mabel Deu del Olmo: consejera de Educación, Cultura y
Mujer. Ya que he venido siguiendo todo lo que se ha dicho en
relación con la empresa “Tecnocontrol”, encargada del
mantenimiento del Auditorio de la Manzana del Revellín, y me
veo obligado a decirle a Mabel que a partir de ahora debería
tener los ojos bien abiertos y prestar oídos. No vaya a ser
que, al menor descuido, se la peguen con queso.
Y así podría seguir enumerando nombres de personas que no
gozan del aprecio de quien más manda en la Coalición
Caballas y que éste se irá encargando de ponerlas cuando lo
crea oportuno en el escaparate de los medios, sambenitadas
ya, para que tome nota el encargado de aplicarles el
correctivo correspondiente.
Juan Luis Aróstegui, debido al rencor que destila, está
perdiendo la chaveta. Cuidado con él.
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