Viene a cuento el titular a la
oferta que, en repetidas ocasiones, se reciben
telefónicamente en la que se nos ofrecen toda clase de
seguros para “ti y tu familia”, como pueden ser, según he
podido comprobar, los de asistencia sanitaria, seguro de
vivienda, hogar, comunidad, ahorro, jubilación, inversiones,
comercio, oficinas, pymes, responsabilidad civil, agrarios,
asistencia sanitaria, decesos, accidentes y otros muchos que
no creo necesario comentar, por lo que, después de tanto
Trace, Urbaser, camiones de basura, contenedores de desechos
y otros desperdicios, millones de euros pagados demás (¿),
pagos indebidos a las empresas citadas, desfases detectados
en la aplicación del contrato, celebración del concurso para
la adjudicación de la publicidad institucional por importe
de tres millones de euros, como se viene publicando en los
medios de difusión de la ciudad (prensa, radio y tv), me he
dicho: vamos hoy a hacer un comentario jocoso y así salir de
la monotonía diaria y de enfrentamientos que, vistos los
resultados que estas experiencias nos ofrecen, en los que
siempre salen perdedores los dos contendientes (“juicios
tengas y los ganes como propugna el dicho popular”): en este
caso el Ayuntamiento y El Pueblo (me refiero a nuestro
diario), damos un giro de ciento ochenta grados para
ponernos totalmente en el lado opuesto de la controversia
surgida ya que, si la cuestión se encuentra en los
tribunales, prefiero que sean ellos quienes decidiendo y
dando solución al problema, resuelvan la incógnita
planteada.
Pero como he dicho que voy a tratar un tema con jocosidad,
me dispongo, pues, a relatar la breve conversación
telefónica mantenida con una agente de publicidad de cierta
compañía de seguros que me propone un seguro de “muerte”
(que no quiere decir que sea estupendo como coloquialmente
se reconocen con esta frase algunos hechos o situaciones de
la vida cotidiana) sino que se trata de asegurarme los
gastos de entierro, suministro de caja, traslado del
cadáver, ubicación en nicho, gastos de esquela mortuoria en
prensa diaria, misa de difuntos…, en una palabra, todo el
complejo entramado que supone dar el último adiós al “alma
que aguarda al Señor mas que un centinela a la aurora”.
Ante tal oferta a “gogó” (expresión que viene de la
repetición coloquial adverbial del radical francés “gogue”
que significaba en el siglo XII “regocijo”), no tuve por
menos que, después de inquirir a mi interlocutora
información sobre todos los detalles antes dichos y dada la
pavorosa información recibida al respecto, preguntarle,
¿señorita no tiene ustedes seguros de jamones?...
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