Paseo por la Ceuta de la calle
Jáudenes. Me adentro en todos sus bares, que son varios.
Hablo con cuantos se encarta y cuento y me cuentan cosas de
la vida. De una vida que se ha ido poniendo cada vez más
difícil y donde nadie está libre de sobresaltos.
Un policía veterano y curtido en mil batallas me avisa de
que no me fíe de una persona a la que menciona con nombre y
apellidos. Y tomo nota. Eso sí, le confieso que el primer
mandamiento de quien escribe debe ser no permitir que le
asusten. También quedo enterado de otro asunto del cual hoy
no debo decir ni mu
Tras la charla con ese policía que me merece mucho respeto,
cambio de local y en el siguiente me topo con ella: morena,
de ojos grandes y nariz graciosamente respingona, va y me
dice que me lee todos los días…
Mi lectora, a la cual le doy las gracias, tiene un cuerpo
espléndido que ella se ciñe intencionadamente. Los hombres
tratan de desnudarla con la mirada, porque está que ni
pintiparada para la caricia nocturna de sus ondulaciones.
Tras despedirme de ella, encamino mis pasos hacia El Parador
Hotel La Muralla. Y allí hallo a su director, Alberto G.
San Sebastián, con quien converso durante unos minutos.
Alberto irradia alegría y es tan buen contertulio que habré
de pedirle un día que se sume a nuestra comida de los
martes.
Del Hotel Parador La Muralla me dirijo al Tryp. Y allí
coincido con Pepe Ríos Claro –al cual le dedico un
espacio en la miscelánea semanal-. Con quien no cruzaba
palabra alguna desde hacía la friolera de 18 años. Pero hoy
creímos oportuno darle un regate a semejante absurdo y nos
pusimos a charlar sin contemplaciones.
PRC se interesa por el momento que vivimos en este
periódico, por ser ceutí y además lector de él, y a mí no me
cabe más que ponerlo al tanto de cuanto nos acontece y de
cómo está la situación. Lamentable, sin duda alguna, mírese
por donde se mire. En fin, lo que sea sonará y a nosotros no
nos cogerá desprevenido.
Despedirme de Ríos Claro y toparme con dos jefes de Policía
fue nada y menos. Son ellos Pedro Mélida y Ángel
Gómez. Y a mí se me ocurrió, de entrada, contarles lo
que me habían contado sobre un tipo que dice comerse a los
niños crudos. Y ambos le quitaron importancia al asunto,
mientras yo procuraba escudriñar todos sus gestos. Y deduje
que tampoco convenía estropearles la fiesta a tales jefes:
me estoy refiriendo a la celebración de San Urbano. Que un
día es un día y con caldos de Ribera del Duero los problemas
se ven de manera distinta. Pero que muy distinta.
De pronto, recibo la llamada de Ángel Muñoz, que
sabía de mi paradero, y acudo a la recepción para ponerme al
teléfono. Y me proporciona la nota desagradable del día:
Luis Márquez que está ingresado en el Hospital
Universitario parece ser que ha sufrido una recaída de las
dolencias que padece. Y, claro, me pone el alma en vilo.
Inmediatamente la memoria comienza a funcionarme y recuerdo
mis viajes con Luis Márquez. Y sobre todo el primero que
hizo con la Agrupación Deportiva Ceuta. No como aficionado
sino como invitado por mí a formar parte de la expedición
como uno más de sus componentes. Y cómo todos los miembros
del equipo disfrutamos de su generosidad durante la semana
que estuvimos viviendo en Las Baleares. Concretamente en
Mallorca. Para jugar frente al mallorqueta y Constancia de
Inca. Luis, amigo, hazme el favor de ponerte bien cuanto
antes.
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