He tardado en contar algo de las
madres, si hasta la mia, la que me parió decía Javier, te
vas a lucir y no vas contar una historias de esas que me
dejan con el sentimiento y el corazón encogido.
Pero las emociones son tan fuertes y las cosas nunca se
olvidan, y siempre decía a los honores de la Esperanza la
madre de Dios, La Virgen de Africa, la madre de todos los
ceuties, son los momentos de tiempos pasados, que si fueron
mejores, igual se preparaban para que llegaran los peores.
En las fechas tan señaladas como el primer domingo de mayo,
a bien que recordaba cuando chiquillo, preparabamos los
recordatorios en el colegio y en parvulito, que nos decian
las madres nada mas que hay una. Y frito por llegar el
domingo y entregarle aquellos regalos, tan sencillo, hechos
entre sonrisas y el babi se recogian los viernes que
entonces habia que ir por la tarde a la escuela.
Era un domingo, y queriamos merendar con las madres, mi
madre la que me parió y mi otra madre, la postiza, la que
tenia, que todavia le digo suegra, y no había pasteles por
ninguna confiteria del centro, y allá que fuimos a esos
pedazo de pastelerias que hay en Hadu, o lo que es lo mismo
la barriada San José.
Las empleadas no daban abasto, e iban sacando hasta las
tartas del escaparate, y cuando el local se quedó vacío, nos
preguntaron, ¿ que día es hoy ? que vienen los cristianos
del centro, y se han llevado todos los dulces, les dijimos ,
hoy es el dia de las madres.
Ya quedarán sillas vacías que rellenar en las mesas, a las
celebraciones y convites de postín, al igual que cuatro
niños, cuatro camas, con sus armarios, sillas , sillones y
televisiones, por si algun dia a su casa volvieran, y cuando
nos pegamos el triunfo, de los dias de vino y rosas, y las
madres, que dijeron adiós con el corazón encogido, siempre
estarán con las carnes abiertas, por si alguna vez suena el
timbre, y vienen otra vez de vuelta. Todavía siguen echando
fuerzas y mas papas al perol, porque con la crisis y como
los tiempos de la posguerra, van sacando otra vez más sillas
y nos arrimamos al querer, si nos entregamos, las muertes
como partes de guerra, y me dice, Javier, nunca sé que
celebración será la ultima , así que gracias por vuestro
cariño , beso y abrazo, y ver corretear a mis nietos, y mis
nietas me jaleen que espabile, que la vida, para todas las
madres, nunca para de comenzar.
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