Se define “insaciable” en cuanto a personajes que le
gustaría interpretar. Las mujeres de Ibsen, Strindberg,
Chejov o las de las tragedias clásicas, por ejemplo. “Está
todo por hacer”, apunta. La actriz Isabel Ordaz llega hoy a
Ceuta para poner en escena ‘Lúcido’, junto a Alberto
Amarilla, Itziar Miranda y Tomás del Estál. Se trata de su
primer viaje a Ceuta, una ciudad a la que se presenta
“virgen” y desconociéndolo todo, pero “muy ilusionada”. Con
un personaje que transita, reconoce, por muchos registros,
lo que le permite alejarse de esa imagen de cómica, a la que
la llevan, tras más de un cuarto de siglo de carrera,
personajes como el de la ‘Hierbas’. “Es una imagen supongo
que asociada a los personajes que más conocen de mí”,
matiza.
Pregunta.- En el dossier de ‘Lúcido’ se define la obra como
divertida, sorprendente, emocionante y comprometida. ¿Qué
adjetivos utilizaría usted?
Respuesta.- Estoy de acuerdo con esos porque es una obra de
una gran calidad dramática, está muy bien estructurada por
parte del autor y con una creación de personajes
maravillosa. La madre, Teté, que es el personaje que yo
interpreto, melodramático y tragicómico maravilloso; los dos
hijos, Lucas y Lucrecia, que cada uno desarrolla una intriga
muy bien escrita, y el personaje masculino, que interpreta
Tomás del Estál y que hace cuatro personajes. Jugamos con un
material literario de primera calidad, una dirección
estupenda y, escenográficamente, un trabajo importante.
Estamos muy contentos con la gira hasta ahora, es una obra
que comunica muy bien con el público.
P.- ¿Cuál es la trama? ¿Con qué se va a encontrar el
público ceutí?
R.- Es una obra de la que es muy difícil hablar porque está
llena de secretos y misterios. Es una madre que vive con un
hijo y una hija que ha estado fuera mucho tiempo y que
reclama algo que no se puede decir qué es y que nadie quiere
darle. El autor juega con dos planos, la realidad y el
sueño, aunque eso el público lo va sabiendo a gotas. Incluso
el desenlace es muy inesperado, pero si lo cuento no tiene
sorpresa... Son situaciones aparentemente normales,
domésticas, de familias en las que siempre salen todos los
trapos sucios y situaciones extremas en su comicidad y en su
dramatismo. La gente se lo pasa muy bien, ríe y llora. Habla
de las difíciles relaciones humanas, de las familias como
algo necesario e imprescindible, pero al mismo tiempo un
foco de conflictos. Y habla también de la creación y la
belleza como salvación.
P.- Las familias siempre dan mucho juego...
R.- Mucho. Porque encierran lo mejor y lo peor, estamos
condenados a entendernos pero al mismo tiempo somos
individuos singulares y cada uno trata de definirse a sí
mismo. La familia da mucho juego teatral.
P.- Ahora que con la crisis predominan los monólogos o
los espectáculos de dos personajes, poner en marcha una obra
con cuatro actores, ¿será todo un reto?
R.- Un reto, un lujo, una inconsciencia, un suicidio
colectivo... Lo es todo. Amelia Ochandiano es una mujer que
se caracteriza por su valentía. A parte de ser la directora
es productora. Las ayudas oficiales son muy pocas porque
está todo muy recortado. Y la cultura, como no espabilen, se
la van a cargar. Ella, más allá de que los tiempos están
difíciles, mide la calidad del texto y del reparto; no la
sacrifica por tener que buscar una obra de un personaje
solo. Ella se enamoró de Rafael Spregelburd, que es un autor
argentino muy reputado, y adelante con los caballos. Ella es
así.
P.- En el teatro, se nota tanto la crisis o, en cierta
medida, el teatro siempre la ha arrastrado?
R.- El teatro siempre se queja, pero es verdad que ha tenido
como una edad de plata en los últimos años, en los que se
creó un teatro medio subvencionado y comercial, con un nivel
de calidad alto y apoyo de la administración en redes de
gira que lo hacían asequible al público en general. Eso dio
un impulso maravilloso al teatro y se ha gestado en los
últimos diez años. Ahora se ha cortado dramáticamente porque
los municipios están arruinados y por el 21% de IVA que es
un auténtico suicidio para la cultura. Aunque como nota a
pie de página decir que la cultura no es el negocio del
entretenimiento, la cultura debe ser impulsada y ayudada por
parte del Estado porque crea ámbitos de educación, de arte y
belleza y eso no puede ser una empresa de máquinas
tragaperras, sin que eso signifique que deba dar pérdidas.
P.- ¿Qué defiende entonces un teatro más crítico que más
evasivo?
R.- No, tiene que haber de todo. Tenemos que sumar, no
restar. La evasión está muy bien, pero ya tenemos mucho de
ese entretenimiento. La cultura es como la educación,
absolutamente necesaria, y debe estar impulsada por los
partidos políticos, y cuidado y regado como un jardín
delicado.
P.- Cambiando de tema, ¿ha actuado en otras ocasiones en
Ceuta?
R.- No, es mi primera vez y estoy muy ilusionada porque me
han hablado muy bien del público ceutí.
P.- ¿Y qué imagen tiene de Ceuta?
R.- Sinceramente, Ceuta y Melilla son dos grandes
desconocidas. Yo ignoro mucho y es verdad que Ceuta está
ahí, como esos lugares ignotos de los que se sabe poco.
Aunque últimamente sabemos poco de todo, más allá de lo que
se dice en la televisión sabemos pocos los unos de los
otros.
P.- ¿Cómo compagina la grabación de la serie con la gira?
R.- Trato de evitar hacer dos cosas a la vez y casi siempre
lo consigo. De momento tengo trabajo y es algo de agradecer
en los tiempos que corren, pero cuando coinciden es un poco
paliza.
P.- ¿Qué le aporta el teatro frente a la televisión?
R.- El teatro me aporta la palabra. La palabra teatral es
encarnada, llena de significado y sentido, sobre todo cuando
tienes un material dramático de calidad. De hecho estoy a
punto de publicar un libro de relatos, ‘Despedidas’, un
compendio de 22 relatos cortos o cuentos para adultos,
editados por ‘Huerga y Fierro’, que saldrán en la feria del
libro. Además, la creatividad y la libertad que te da un
escenario, no te la da la televisión, donde está todo más
encorsetado y técnico. La televisión aporta otras cosas como
la popularidad.
P.- ¿Qué le ha aportado, además de ese ‘boom’ de
popularidad, un personaje como el de Isabel, la ‘Hierbas’,
de ‘Aquí no hay quien viva’?
R.- Me ha aportado mucho porque ha calado mucho en el
público, ha caído simpático y eso me ha dado cariño. También
popularidad, aunque eso es un arma de doble filo porque a
veces la gente te encasilla en un personaje, pero bueno yo
me divertí mucho haciéndolo y no he parado de hacer teatro
paralelamente.
P.- ¿De ahí que proyecte esa imagen de divertida o es una
máscara?
R.- Lo que pasa es que somos de muchas maneras. Es una
imagen supongo que asociada a los personajes que más conocen
de mí. Personalmente tengo mis lados de luz y de sombras.
P.- ¿Se siente más cómoda en la comedia o le es
indiferente?
R.- Me da igual el género. Sé que tengo cierta facilidad
para la comedia, después de veinte años o más de profesión
me voy conociendo, pero me da igual, prefiero combinar. En
esta obra mi personaje es una maravilla y un reto porque
transita por todos los géneros.
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