Una educación de calidad es un elemento esencial de toda
democracia, y esto, es compartido por todos. Su finalidad es
formar a seres aptos para gobernarse a si mismos y no ser
gobernandos por los demás. Por ello, el gobierno de la
nación debe formar a personas y no a autómatas programados
según unas determinadas directrices. El artículo Nº27 de la
Constitución Española recoge que “todo ciudadano tiene
derecho a una educación y se le reconoce la libertad de
enseñanza”, lo que también debe ser tenido en cuenta por el
ministro Wert, que no propone una educación más justa e
igualitaria, sino, el fomento de políticas clasistas,
retrogradas que nos trasladan a épocas preconstitucionales.
El adoctrinamiento religioso no debe suponer unos de los
pilares básicos donde se sustente el futuro de nuestro país.
La sociedad moderna precisa más de contenidos relativos a la
autonomía personal y al propio desarrollo de las personas y
al “ aprender a aprender” que quedarse tan solo con
“avemarias, y padrenuestro y milagros de nuestra señora”.
La ciudadanía no está de espaldas a la realidad, a pesar, de
lo que piensa el ejecutivo popular, y ha expresado en la
calle su sentir, y es que la falta de diálogo del ejecutivo
de Rajoy en matería de educación, debido a la falta de apoyo
y consenso de la comunidad educativa, es decir, padres,
madres, alumnos, expertos en el area, sindicatos y
profesores, que han retrasado la puesta en marcha una ley de
estas características.
Otro aspecto a destacar de la ley Wert es la segregación del
alumnado en forma de revalidas, itinerarios separados y
falta de recursos, cuando en situaciones como la actual,
discentes y docentes requieren un mayor apoyo para seguir
adelante y sin obstaculos. Porque al contrario de lo que
piensa el ministro Wert el sistema educativo no es una
“empresa” ni los educandos son piezas en su juego. Asimismo
Wert quiere poner en solfa y comparar esta compentencia
empresarial con la de los paises punteros en el informe
PISA, pero olvida la inversión en educación que se realizan
en estos y en contrapunto olvida que aquí nos aplica un
sinfín de recortes.
En definitiva Wert está hundiendo lo conseguido durante más
de 30 años de democracia.Y nos propone más presencia
religiosa en las aulas y menos contenido cívico, privando de
una actitud crítica del alumnado y de los propios
profesores; ratios más elevadas y menos profesionales
docentes; lo que supone una pesada carga para la consecución
del proceso enseñanza-aprendizaje, donde las clases
pudientes tendrán más posibilidades de éxito con respecto a
los que menos tienen, donde se separa el alumnado por sexos,
subida de tasas universitarias, falta de diálogo, el
desprecio a la puesta en valor de elementos regionales como
el idioma que configuran el quehacer y el sentir de un
determinado grupo de personas, y donde no se invierte en el
verdadero motor de la economía: El alumnado.
* Secretario de Educación de JSCE
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