Toda historia es válida siempre que se pueda constatar
vestigios de los sucesos ocurridos para completarla y
confirmarla.
La fiesta de la Cruz de Mayo tiene sus antecedentes en la
celebración precristiana conocida como Festividad de los
Mayos (o Palo de Mayo), en la que se conmemoraba el tiempo
medio de la primavera rindiendo cultos a la naturaleza. En
especial, se festejaba adornando un árbol o erigiendo un
tronco o tótem al que se le ponían adornos o flores,
mientras se hacían danzas rituales y se cantaban o hacían
recitaciones.
Con la llegada del cristianismo, esta fiesta fue adaptada a
la nueva fe, reemplazándose el tótem por la cruz cristiana.
En algunos países se mantienen en forma paralela las
festividades de la Cruz de Mayo y del Palo de Mayo.
Sin embargo, en el ámbito religioso católico basta con la fe
para dar validez a cualquier historia que narre la vida,
milagros y obras de todos y cada uno de los personajes
considerados santos e incluidos en el santoral de la Iglesia
Católica Apostólica y Romana.
En éstas, según interpretación de la Iglesia, la Cruz de
Mayo parece tener su origen en el supuesto hallazgo, por
parte de Santa Elena, de la cruz donde murió Cristo.
Sin embargo, existen vestigios de que proviene del arraigo
popular de las fiestas de ciertas celebraciones de los
romanos.
La historia, con mucho de leyenda, narra como el emperador
Constantino I el Grande se enfrenta a los bárbaros por sobre
las orillas del río Danubio. En una batalla cuya victoria
creía imposible dada la numerosísima composición del
ejército enemigo.
Una noche, en una de las muchas treguas de esas batallas,
Constantino I tiene una visión en el cielo en forma de cruz,
luminosamente brillante, en cuya cabecera se podía leer las
siguientes palabras “In hoc vincis”.
A la mañana siguiente el emperador hizo construir una cruz y
con ella al frente derrotó al enemigo.
De vuelta a Roma, Constantino I ordenó averiguar el
significado de la cruz y entonces se hizo bautizar,
convirtiéndose a la fe cristiana, e hizo construir iglesias.
Enseguida mandó a su madre, Santa Elena, a que fuera a
buscar la cruz en Jerusalén. Pero allí encontró varios
maderos ensangrentados ocultos, en el monte Calvario, y para
salir de dudas comenzó a probar los maderos en personas
enfermas e incluso muertas, que sanaban y resucitaban al
tocarlas uno de los maderos con lo que supo que esa era la
Cruz donde falleció Cristo.
Desde ese momento nació la veneración a la Santa Cruz porque
Santa Elena, al morir, rogó que se celebrara la
conmemoración el día en que fue descubierta.
Y así es que, como cada año y de acuerdo con las tradiciones
cristianas de nuestra ciudad, la Casa de Ceuta en Barcelona
ofreció, con su singular tradición, una especial
conmemoración del Día de la Cruz de Mayo, aprovechando el
momento para celebrar también el Día de la Madre.
El evento se desarrolló el pasado domingo día 5 de Mayo, con
la bendición de la Cruz de Mayo de la Casa por parte de
nuestro querido párroco, Mossén Salvador Torres, titular de
la parroquia de Sant Paulí de Nola.
Continuó el acto con la tradicional ofrenda de flores,
comenzando por la Reina de la Casa, Estefanía Martín, para
seguir los socios y simpatizantes hasta pasados el mediodía.
Desde el momento en que finalizó la ofrenda floral, comenzó
el acto del Día de la Madre.
Empezó el mismo con la intervención de l@s soci@s de la
casa, Beatriz Rejano Melgar y Francisco José Cantón Linares
que leyeron varias una poesía, escrita dedicada a todas las
madres.
Al término de este acto, se procedió a ofrecer los obsequios
destinados a las madres galardonadas este año: Rafaela
Delgado Martínez, Teresa Linares Valle, Ana Bayona Martínez
Maribel Herrera Clavero, Loli Contero Herrera.
Hoy día 12, se ha celebrado una comida de Hermandad para
celebrar la Cruz ya que el día 5 no se pudo celebrar por
coincidir con el Día de la Madre.
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