Después del debate sobre la Situación Económica Española y
el Plan Nacional de Reformas, que se celebró en el Congreso
el pasado miércoles, 8 de mayo, pudimos apreciar los
diversos planteamientos que expusieron todas las fuerzas
políticas del arco parlamentario. En otras circunstancias
podrían aceptarse con más normalidad las faltas de
coincidencias y las diferentes alternativas que se
manifestaron, pero en los tiempos que nos encontramos opino
que no estamos para desperdiciar propuestas, rechazarlas o
dejar de analizar en qué medida se pueden acercar posturas
que nos ayuden a salir más pronto que tarde, de la difícil
situación económica y social en que estamos inmersos.
Pienso que España saldría más fortalecida, incluyendo al
propio Gobierno, si hubiera una actitud más decidida y menos
reticente a intentar sentarse, dialogar y poner encima de la
mesa todo aquello en lo que pueda haber unos mínimos puntos
de acercamiento. Nadie le niega al Gobierno su legitimidad
democrática y su mayoría parlamentaria para adoptar
decisiones, pero también puede ser comprensible que no se
entienda la falta de apertura para unir fuerzas y sumar lo
de positivo que pueda aparecer en las ideas y programas de
otras fuerzas políticas. Los ciudadanos quieren soluciones,
quieren que se adopten medidas que nos ayuden a salir de la
crisis, que se pueda vencer la lacra del paro, quieren que
en el día a día se aprecien resultados, que por encima de
los legítimos intereses políticos aniden en lo cotidiano,
soluciones prácticas a sus problemas.
Valoro especialmente a quien se esfuerza todos los días para
proponer ideas nuevas, que aprendiendo del pasado se
presenten, no para hacer nuevos experimentos sociales, sino
para ofrecer sus programas, sus verdades que sin duda las
tienen, para hacer más fructífero el camino de soluciones a
la realidad económica actual.
El principal partido de la oposición, el PSOE, a través de
su Secretario General, Alfredo Pérez Rubalcaba, en el debate
mencionado hizo una propuesta, que no era del pasado, era
una propuesta del momento actual, lo que él llamó “la
propuesta de Rubalcaba”. Analizando esta propuesta el
principal líder de la oposición planteó:
Equilibrar la política europea, con un ritmo de
consolidación más suave y ese cambio trasladarlo a España.
Apoyo al Gobierno en Europa. Buscar créditos para las PYMES
a través del Banco Central Europeo, por el Banco Europeo de
Inversiones (estimulando el crecimiento acordado hace un año
y que no se ha hecho) y también a través del Mede. Que nos
dejen utilizar treinta mil millones de euros de los sesenta
mil que aún quedan sin usar, del rescate que pidió Rajoy a
la UE. Evitando la quiebra de empresas y ayudando a las
familias a refinanciar las deudas hipotecarias.
Que se cambien aspectos de la Reforma Laboral, como el que
ahora permite que los empresarios bajen unilateralmente los
salarios. Evitar que haya más despidos, con medidas
similares a las que Alemania lleva años aplicando. El
trabajador reduce su jornada laboral y su salario, pero
conserva su trabajo. El empresario reduce el a la mitad el
coste y se queda con el trabajador. El Estado paga el resto
del coste, pero no paga el paro.
Nuestra fiscalidad tiene que mejorar, permitiendo recaudar
más, para tener servicios equiparables a los principales
países de la Unión Europea. Con medidas que combatan con
eficacia el fraude y hagan una distribución más justa de la
carga de los impuestos. Hace falta también que no se
contabilice como déficit los gastos en investigación,
desarrollo e innovación, al ser estas las inversiones
fundamentales para poder recuperar el crecimiento de la
economía y el empleo.
Que la política de austeridad no sea incompatible con la de
crecimiento, como intentar acordar un pacto en el que la
moderación salarial se una a la moderación de los beneficios
y de los precios. Finalmente trató el tema de la pobreza que
necesita también un acuerdo de todas las administraciones.
Es comprensible que el Gobierno actual pretende mantener un
programa de actuación como principal fuerza que ha sido
elegida, pero ello no obsta para que escuche, trabaje,
intente, se esfuerce y se aproxime a las propuestas que el
principal partido de la oposición le ha trasladado,
concertándose las entrevistas, encuentros, reuniones y mesas
que sean necesarias. También tener presente a las
organizaciones sindicales y el mundo empresarial que parece
ser ya se ha previsto y que entre todos, incluyendo a todas
las fuerzas políticas que quieran participar, se lleguen a
puntos de acuerdo que hagan salir a España adelante.
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