Es lo que debieran hacer todos los
que ocupan un puesto de responsabilidad con personas que
están trabajando a sus órdenes, y es algo que no se ve con
mucha frecuencia pero que yo lo he visto ayer mismo en el
Hotel Parador La Muralla de Ceuta, donde, por algo será, se
celebraron 6 comuniones y era el propio director el que
estaba “al pie del cañón” desde el comienzo, hasta el mismo
final.
Está claro que las personas jóvenes son las que “tiran del
carro”,en los momentos más complicados, y el nuevo director
del Muralla que ha llegado, tras los problemas que han
sacudido a toda la red de Paradores, se tiene que haber dado
cuenta de que, en concreto, el Parador de Ceuta si no se lo
solucionan ellos mismos no va a tener muchos apoyos de la
principal y vecina institución de nuestra ciudad.
A lo largo de los 20 años que llevo viviendo “en esta casa”
he conocido ya a varios directores, cada uno con sus cosas y
todos, es un decir, tratando de que esto marchara.
A unos les salió mejor que a otros y recuerdo que cuando
llegó el anterior, Pedro Fernández, la situación estaba tan
complicada que de no haber sido por el talante y el temple
que le daba su veteranía, a estas horas es más que
problemático que esto hubiera seguido abierto.
Cinco años largos bastaron para que Ceuta pueda seguir
contando con la mejor instalación de una entidad “de
restauración”, y con eso como base y tratando de marcar unas
nuevas líneas, el recién llegado no tiene problemas, ni se
le caen los anillos, si tiene que pasar o entrar por detrás
del mostrador, si tiene que controlar la buena marcha de
todos los servicios, al tiempo que atiende, como es debido,
a todos los clientes que van llegando.
La realidad está en que, aquí y ahora, afortunadamente ha
caído, también, un hombre de Paradores. Alguien que conoce
la casa, que conoce lo que son las necesidades de los
distintos servicios, que sabe lo que hace falta en cada
momento y que primero habla del servicio y luego ya llegará
la hora de hablar del dinero.
Como cliente que soy, repito, desde hace 20 años, me agrada
poder decir que estoy viviendo en el lugar donde hay
profesionales de verdad y me alegra decirlo, porque cuando
se habla de Ceuta como una ciudad que quiere vivir del
Turismo, poco lejos se podría ir, en esta aventura, si no
hay profesionales que lo conocen y lo viven, sin ser los
enchufadetes de aquellos que esperan el aplauso, tras
haberle hecho un hueco para un puesto que desconocen y en el
que no van a ser capaces de moverse con soltura.
Ceuta, en cuestión hotelera, tiene lo que tiene, unos que
estuvieron siempre, otros, los más enchufados, que llegaron
por el capricho de unos concejales de los años finales de
los 80 y principios de los 90, y que siguen siendo los
vecinos preferidos de la Santa Casa Madre con los
intercambios que ello puede dar, en más de una ocasión, y el
Parador de Turismo que fue, es y seguirá siendo el santo y
seña de las redes de hostelería aquí y del estrecho hacia
arriba.
Por todo esto y conociendo como conozco lo que aquí se
cuece, no me extraña que dirigiendo esta casa haya un
profesional con mayúsculas y que es y va a seguir siendo
quien marque las normas a seguir del centro hotelero de
Ceuta por excelencia.
Una jornada como la de ayer en el Parador La Muralla sirve
para marcar las diferencias entre lo que es paradigma del
turismo y los que lo quieren ser.
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