Los hechos vienen demostrando que
el denominado “caso Urbaser” está quitando muchas caretas,
ya que hay demasiados disfraces ocultando la realidad de los
hechos. Para empezar, de los dos partidos de la oposición,
el único que está haciendo una verdadera labor fiscalizadora
es el Grupo Socialista, mientras Caballas, ha guardado un
silencio cómplice y a lo más que ha llegado, para cubrir el
expediente de su mutismo, ha sido a pedir responsabilidades
políticas con boca pequeña, ya que convirtiéndose en juez y
parte, afirmó que no veían indicios de delito, algo bien
distinto a lo que estimó la Fiscalía. Por su lado, el PSOE
llevó el asunto a la Justicia y ha puesto sobre la mesa
documentación suficiente como para que se aceptara su
denuncia en los Juzgados.
La postura de Aróstegui, alineándose con el Gobierno de la
Ciudad como si fuera un miembro más del mismo, no es mas que
el reflejo del pacto oculto que mantiene con Juan Vivas, que
le ha llevado a enfrentarse al otro partido de la oposición,
algo inaudito en la dinámica política pero muy frecuente en
los sinuosos comportamientos del diputado de Caballas, que
parece el Guadiana de la política, apareciendo y
desapareciendo en cuanto a su sentido crítico hacia el
Partido Popular.
En la estrategia de las ocultaciones, no falta el otro medio
escrito de la ciudad, que también ha hecho una labor de zapa
descarada, ocultando y distorsionando la realidad de los
hechos, uniéndose a la estrategia de la ceremonia de la
confusión, criticando a un partido de la oposición, el PSOE,
y siendo muy complaciente y elogioso con el poder, es decir,
el Gobierno de Vivas con unos alardes de servilismo
vergonzosos. A Vivas, Aróstegui y Montero se le van cayendo
la caretas por la fuerza de la realidad de los hechos que
empieza a poner a cada uno en su sitio.
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