Me llama un amigo, que me tiene
mucha ley, para decirme que a ver cuando dejo de nadar
contracorriente. Que un septuagenario avanzado como yo
debería estar ya reposando en el Lago Proserpina, de una
Mérida imperial, tal y como hacían los soldados romanos que
salían ilesos de las más cruentas batallas.
Mi respuesta fue la siguiente: a mí me encanta nadar contra
corriente como esos peces de río que lo suelen hacer para
tragarse el oxigeno de las aguas salvajes. Que es la mejor
manera de entusiasmarse en una época en la que los farsantes
son cada vez más. Y cada vez más crueles.
Mi amigo, que conserva todavía de su oficio el carácter
tranquilo y el decir socarrón y diplomático, me advierte de
que vaya con cuidado teniendo como enemigo a un tipo con la
sonrisa de malicia y el aire de superioridad de los hombres
sin estatura…
Y no dudo en decirle que cuando uno sufre la tiranía, está
legitimado a exigir al tirano una mínima seriedad, no para
justificar una conducta que es injustificable, sino porque
el drama de los seres oprimidos no sea por parte de alguien
que no deja de ser un payaso.
No confundas, le digo, con artista de circo que hace reír
con sus gestos y dichos. Qué más quisiera él. El payaso al
cual me estoy refiriendo lo es por llevar gran parte de su
existencia siendo poco serio en su comportamiento. Una
veleta. Un tipo que, cuando se aburre, juega a convertirse
en inquisidor de poca monta y se dedica a perseguir
sañudamente incluso a quienes más le ayudaron a perpetuarse
en el poder. Craso error el nuestro. Conviene reconocerlo.
Ya te lo dije yo en su momento, Manolo, cuidado que
el Fulano no es de fiar. Y anda ya preparando
disimuladamente una traición. Lo que se llama en nuestra
tierra juntar chinitas con los pies. Y recordarás, además,
que te avisé de cómo es posible descubrir su puñalada
trapera. Antes de hacer de Bruto, que le encanta, hay
un tiempo en el cual parece más cumplido que un luto. Se
pone excesivamente protocolario y cursi en sus relaciones
con la persona con la que se va a ensañar. A fin de cogerla
de improviso. Todas sus víctimas han sido engañadas mediante
ese sistema.
Llevas razón, amigo, mucha razón; pero uno tiende a
descuidarse. Tiende a vivir lo mejor posible dentro de sus
posibilidades y se olvida de que hay individuos que padecen
el complejo de “Thersites”. Y termina pagándolo muy caro. No
obstante, y te lo cuento como curiosidad, quien más
rendimiento es capaz de sacarle al tirano es, sin duda
alguna, Aróstegui. Y te lo explico.
El martes pasado me contaron que el secretario general de
Comisiones Obreras y líder de la coalición Caballas, estaba
en una reunión con Antonio Gil, secretario de la UGT de
Ceuta, y el teléfono portátil del primero no dejaba de
sonar, si bien su portador desatendía la llamada.
Cuando AG le preguntó al respecto, Aróstegui le contestó:
quien me llama es el alcalde para preguntarme por cómo debe
resolver tal o cual problema o bien para que le dé mi
opinión sobre cómo ha estado en la conferencia de prensa que
ha dado hoy. Y estoy de él hasta… los cojones. Así que no le
contestaré.
Por tal motivo, y otros más relacionados con el asunto, me
dicen que Toño Campoamor, persona íntegra, como
asimismo Gonzalo Barredo, le han hecho una higa a
Aróstegui. Más o menos le han dicho que ellos desprecian su
alianza con el alcalde.
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