Guillermo Martínez ha
perdido el oremus. Tal vez inducido por sus mayores. Grandes
amigos de Rafael Montero Palacios en todos los
sentidos. Y ha llegado a tanta falta de cordura que, sin
duda alguna, está cometiendo deslices peligrosos. Errores
que lo marcarán para siempre en una ciudad donde la
endogamia hace que sus miembros actúen sin misericordia.
Los deslices de Guillermo Martínez, Guillermito para sus
progenitores, son tan graves como para que cierto grupo
social se lo apunte en la libreta de la memoria y nunca los
olvide. Ya que el ataque furibundo y chulesco a una empresa
de la ciudad no es cuestión baladí.
Las amenazas de Guillermo Martínez al ‘Pueblo de Ceuta’ no
caerán en saco roto. Ni mucho menos. Anunciar los males que
él le infligirá a esta Casa porque le sale de sus partes
pudendas es, naturalmente, un desafío que no le saldrá
gratis. Se lo puedo asegurar.
Y lo hago sin el menor asomo de violencia ni de odio. Sino
mediante la tranquilidad que aportan los muchos años
cumplidos y el estar convencido de que su bravuconada ha
sido el último empujón que le quedaba para despeñarse por la
sima del descrédito.
Guillermo Martínez carece de hombría de bien. Sí, así como
suena. Puesto que un hombre, de verdad, jamás se permitiría
darse pote de baladrón en su decir amenazante. Máxime siendo
político y persona que presume de pertenecer a una familia
cuyos miembros se la cogen todos con un papel de fumar.
Gente de clase media alta y que tratan por todos los medios
de parecer que… sudan colonia de Giorgio Armani.
Guillermito, niño mimado por una familia que lo protegió más
de la cuenta por estar convencida de que les había nacido un
ser de altos vuelos, o sea, un ser superior, está tan
poseído de sí mismo como cortito de calle y de cómo hay que
desenvolverse en esta vida.
Lo cual, sin ser nada recomendable, es pecado menor
comparado con su forma de comportarse. Como si fuera un
jaquetón de casa de lenocinio. Cuando, en realidad, no pasa
de ser un jaimito. Vamos, para que me entiendan: un niño
malicioso y, por tanto, con la leche agriada. Aunque
alentada su malicia por otro ser superior (!) que debería
principiar a darse cuenta de que está cavando su fosa de la
impopularidad porque le ciega el odio de mirar hacia arriba
y marearse.
Los dos, o sea, jaimito y Juanito, están cortados por la
misma tijera. Viven pendientes de ver cómo pueden dañar a
cualquier persona que les caiga mal. O que les caiga mal a
quienes forman parte de su círculo de aduladores.
Juanito y Jaimito, tanto monta, monta tanto, hace ya mucho
tiempo que acordaron atentar contra ‘El Pueblo de Ceuta’. No
en vano hace cuatro años que yo comencé a advertir al editor
de este medio de la traición que estaban fraguando contra
él. Mas el editor, que desconocía la forma de ser de ambos
personajes, no sólo me lo refutaba sino que, además, me
negaba incluso el derecho a la duda.
Cuando escribo es martes, y me agradaría sobremanera que la
conducta de GM y JV, a partir de ahora, no sea la que
propicie un estallido de violencia verbal imprevisible. El
desastre que puede ocasionar la defensa de un medio al que
tratan de cerrar. Como ya lo hicieron en su día con otro en
el cual yo di la cara hasta el final. Montero y Vivas
vuelven a las andadas. Están enfermos. De odio.
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