Los cobardes son siempre
mentirosos porque no se atreven a afrontar la verdad. Menos
mal que a los mentirosos les crece la nariz en la misma
medida que le ha venido ocurriendo a Guillermo Martínez
cuando salía a contarnos cualquier cosa relacionada con el
‘caso Urbaser’.
La nariz de Guillermito, más que nariz se había convertido
ya en un narizón impresentable. Así que nuestro alcalde
estaba convencido de que Martínez, debido a sus continuas
meteduras de pata a la hora de defender lo indefendible, es
decir, los 12 millones y medio de euros (2.100 millones de
pesetas) que se le han pagado a Urbaser por la cara, iba a
presentar su dimisión. Pues más que político parecía ya un
espectáculo de barraca de feria. Y no tuvo el menor
inconveniente en dejarlo entrever entre sus más allegados.
Pero que si quieres arroz, Catalina.
Por lo cual decidió, una vez más, dejarse aconsejar por su
mejor amigo y aliado, desde hace ya mucho tiempo: Juan
Luis Aróstegui. Y éste, que de tonto tiene un pelo, le
dijo casi de sopetón: “Mira, Juan, lo mejor es que
Guillermito firme dos decretos en virtud de los cuales la
Administración no le abonará a la empresa los 9 millones
reclamados. Exigiéndole además que aclare el caos de la
amortización de la maquinaria y que devuelva la pasta que se
ha llevado con el beneplácito de ustedes”. Y JV vio el cielo
abierto.
Vivas vio el cielo abierto porque no hay que ser muy listo
para darse cuenta de que si un ciego guía a otro ciego,
ambos van en peligro de caer en el hoyo. Lo que no sabía
Vivas es que Aróstegui ya había cundido entre su claque que
nuestro alcalde estaba dando barquinazos de ebrio en todo
cuanto concierne al ‘caso Urbaser’. Que no sabía cómo
meterle el diente a un asunto que huele a lo que huele…
Un asunto del cual se está sabiendo gracias a ‘El Pueblo de
Ceuta’. Denuncias de este periódico y que han propiciado que
sea nuestro alcalde el que haya tenido que salir a la
palestra ante la pérdida de credibilidad de Martínez. Quien
a partir de ahora no dejará de ser un cero a la izquierda en
el gobierno local. Que lo era ya. Aunque ahora lo será con
reconocimiento oficial y público. Por consiguiente, lo mejor
que haría es dimitir. Lo cual es más difícil en España que
ver un mozo de espadas en Alaska.
En España ha habido siempre simpatía y respeto por lo
inútil. Tenemos el caso de nuestro alcalde que, en la última
encuesta del CIS, lo mejor que han dicho de él es que es un
encanto. ¿Quién, Juan Vivas? ¿Y qué han dicho los
encuestados de JV, que era un encanto? A vosotros que no os
líen. ¿Un encanto?: una mierda. Y el círculo de Aróstegui
celebra la ocurrencia de su admirado líder.
El encanto de Vivas se ha hecho presente en una
comparecencia pública ante los medios de esta ciudad. A su
derecha estaba sentado el portavoz del gobierno. De
semblante penoso y lila. Con la mira perdida y un deseo
evidente de najarse cuanto antes de la conferencia de
prensa. Parecía abochornado. No es para menos.
Lo más extraordinario de la conferencia de prensa es oír
hablar a nuestro alcalde, porque entonces, sin advertirlo,
adopta las posturas, venias y ademanes de los orientales,
como un verdadero camaleón. Y a mí me causa pena verlo
actuar así. Y sobre todo me produce alipori que diga las
mismas mentiras que Guillermo Martínez. Confiado en esa
simpatía que le achaca un porcentaje de ciudadanos. Lo
dicho: en España lo inútil cae simpático.
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