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sociedad - LUNES, 6 DE MAYO DE 2013


aspecto de una bolaera. reduan.

reportaje / gastronomia
 

‘Volaores’, una seña de identidad

Los puestos de salazón que aún subsisten son un vestigio de una cultura centrada en el mar
 

CEUTA
Virginia Saura

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Tradición, gastronomía y atractivo turístico. Cuando se habla de ‘volaores’ en Ceuta es hacerlo de una cultura arraigada al mar y que en él ha encontrado sus raíces. Sin embargo, estas se debilitan poco a poco, en silencio, y sin que nadie las mime para que sigan siendo un referente. En las últimas décadas se ha pasado de ver decenas de puestos de salazón a encontrar cinco en la explanada de Juan XXIII. Esto es un reducto del esplendor que tuvo esta actividad en otras épocas y que ahora supone un vestigio para turistas. Y es que, precisamente estos son los que, con sus compras, favorecen que sobreviva una actividad que apenas da para pagar gastos en los meses de verano. Uno de los propietarios de estos puestos cuenta como “de vez en cuando se saca para comer”, pero asegura que fuera de la temporada estival tienen que dedicarse a otro trabajo para subsistir. Desde mayo y hasta septiembre, los que se dedican a secar volaores y bonito casi viven en estos puestos, a orillas de la playa, en el que el olor a salazón lo domina todo. “Este oficio es una tradición que ha pasado de padres a hijos”, cuenta el responsable de uno de los puestos, que paga 700 euros de alquiler por el contenedor, que se convierte en tienda y casa, y 175 euros para obtener el permiso de la Ciudad con el que instalarse en la explanada durante los meses de verano.

“Esto es pa’ la gente de fuera”, señala este hombre curtido en la mar y que desde hace veinte años se dedica a los volaores. Es un atractivo turístico que desde la Ciudad han utilizado como gancho, pero al que poca atención se le presta. De media, el precio de los volaores está en 2,5 euros al igual que el lomo de bonito. La pieza entera cuesta entre 12 y 18 euros, dependiendo del tamaño del bonito y la hueva oscila entre los tres y los siete euros, según explica el responsable de este puesto, uno de los cinco que mantienen la tradición.
 

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