Dentro de los cultos que las Hermandades y Cofradías dedican
a sus Titulares, destaca entre todos la llamada” Función
Principal de Instituto”. Se celebra como finalización a unos
cultos previos, generalmente, Triduos, Quinarios,
Septenarios y Novenas, si nos ajustamos a nuestra Ciudad.
Este criterio que llevan a efecto las mayorías de las
Hermandades y Cofradías, tengo que indicar que en relación
con la Cofradía de Caballeros, Damas y Corte de Infantes de
Santa María de África Coronada, no está contemplada como
finalización de sus cultos. Por acuerdo de su Junta de
Gobierno en tiempos pasados, esta celebración se sitúa en el
primer domingo del mes de mayo, en el Santuario de su
Titular, como así recogen sus Reglas.
He aquí algunas pinceladas para entender mejor el importante
“Culto”, al que están llamados todos nuestros hermanos. Es
por ello, que pretendo profundizar en esta importantísima
celebración, rescatando datos para tener una clara idea con
respecto a sus orígenes
No obstante, vamos a hacer un poco de historia a raíz del
origen de la Función Principal de Instituto. Recibe ese
nombre porque en los siglos pasados en el quinario
precedente no se celebraba la Eucaristía, que no era
elemento esencial de un quinario, ya que el objeto de esos
cinco días era el de llegar, mediante la meditación, el
ejercicio piadoso del quinario, escucha de la Palabra, actos
Eucarísticos de adoración y la predicación al gran día, el
día de la Función, que por eso se llamaba Principal. Escasas
hermandades mantienen hoy día ese esquema.
En realidad, los ejercicios de piedad (ya que no son otra
cosa los quinarios, triduos y demás) tenían antiguamente un
sentido de preparación, durante el cual mediante el Sermón,
único medio de la Iglesia para transmitir sus mensajes
evangélicos en aquellos tiempos, y mediante la meditación de
los misterios de la Pasión, se invitaba al cofrade a una
conversión, que culminaría recibiendo los Sacramentos del
Perdón y de la Eucaristía en la Función Principal, que por
eso recibía tal nombre. La celebración de la Eucaristía no
es pues esencial en los ejercicios de piedad, aunque si es
la culminación de esos Cultos. En ese sentido, podría
afirmarse que la llamada “Función Principal”, sólo lo es en
la mayoría de los casos por la solemnidad o tradición, ya
que en sentido estricto, al celebrarse siempre la Eucaristía
en rigor, no puede decirse de una Eucaristía que sea más
principal que otra.
En esa Función Principal si se celebraba la Eucaristía, en
la que previa confesión, se hacía comunión general de los
hermanos. Cierto es también que la práctica de la comunión
frecuente es muy moderna, siendo en siglos pasados ésta una
práctica más bien excepcional debido entre otras cosas al
estricto ayuno eucarístico que había que guardar para
comulgar (desde la medianoche anterior), lo cual no
favorecía esta práctica y forzaba por añadidura la
inexistencia de Misa Vespertina. Pío XII en 1.953 mitigó el
ayuno, que pasó primero tres horas y posteriormente a una
hora antes (CDC 919).
En la actualidad la Función Principal de Instituto, consiste
en Misa Solemne con Sermòn, En el Ofertorio se da lectura
por el Secretario de la Hermandad la fórmula de la
Protestación de Fe, con juramento solemne de creer y
defender las verdades fundamentales de nuestra religión, con
especial referencia a la defensa de la pureza Inmaculada de
la Virgen y posterior beso a los Evangelios y el Libro de
Reglas con la Presidencia de la Hermandad como testigo. Las
Reglas ordenan que los hermanos deben portar la medalla de
la Hermandad en todos estos Cultos. También las Reglas
suelen incluir la fórmula de Protestación de Fe, que en
algunos casos no estaría de más actualizarla con una
redacción más acorde a los tiempos actuales.
Los acólitos, que sin estar instituidos de manera estable y
oficial son los monaguillos y servidores que colaboran de
forma activa y necesaria, son parte fundamental en este tipo
de culto por su SOLEMNIDAD, se dividen en dos. TURIFERARIOS,
los que llevan el incensario y CEROFERARIO, los que portan
los ciriales. Los monaguillos son portadores de navetas,
incienso y carbón. Los acólitos no instituidos pueden ser
indistintamente hombres o mujeres.
El Turiferario, debe incensiar también a los hermanos,
fieles y devotos que deben recibir el incienso en pie. Los
acólitos no deben establecer una imaginaria barrera entre
los asistentes y el presbiterio. Tampoco es adecuado que
salgan durante el Sermón. Al final de cada parte de esta
Solemne Liturgia.
Aquí nada se improvisa, todo es el fruto de años haciendo lo
mismo una y otra vez. Todo el mundo sabe lo que tiene que
hacer en cada momento.
Terminamos puntualizando que el día de la Función Principal
es el día del año más importante para la Hermandad, aunque
la mayoría piense más en la estación de penitencia, que no
deja de ser un acto de piedad popular paralitúrgico con el
que todos soñamos, pero nunca comparable a la celebración
Eucarística.
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