En Madrid, con estricta puntualidad, a las 12 horas y
treinta minutos, dio comienzo el homenaje al Teniente Ruiz.
Don Antonio Navarro Ferrero , Presidente de la Casa de Ceuta
en Madrid, organizadora del emotivo acto, saludó a los
asistentes y brevemente después de glosar la hazaña del
valeroso militar cedió la palabra a Don L. Regino Mateo del
Peral. Profesor de la UNED y Miembro del Instituto de
Estudios Madrileños, que pronunció la siguiente alocución:
PROCLAMA
EXCELENTÍSIMAS E ILUSTRES AUTORIDADES. QUERIDOS VECINOS DE
ESTA VILLA Y CORTE, ENTRAÑABLES SOCIOS DE LA CASA DE CEUTA Y
PERSONAS INVITADAS A ESTE EMOTIVO ACTO.
Un año más, en esta emblemática fecha del dos del mayo , nos
reunimos en esta Plaza del Rey para conmemorar el 205
aniversario del comienzo de la Guerra de la Independencia y
rendir homenaje a la figura del ceutí, teniente Jacinto Ruiz
de Mendoza, quien con su heroica hazaña, fue merecedor de
que se erigiera este hermoso monumento escultórico, obra de
Mariano Benlliure, enclavado en esta bella Plaza del Rey,
inaugurado en 1891. Jacinto Ruiz, erguido sobre un pedestal
donde aparece en la parte frontal la inscripción:
“A/JACINTO/ RUIZ/TENIENTE/DE/ INFANTERÍA”, En la parte
posterior se halla la inscripción: “EL/EJÉRCTO/ESPAÑOL// A
UNO DE SUS/ HERÓES/II DE MAYO/ MDCCCXCI”. El Teniente Ruiz
figura en una postura gallarda, blandiendo la espada en la
mano derecha, mientras que alza el brazo izquierdo en
actitud desafiante contra el enemigo.
El 2 de mayo de 1808, se inició dicho conflicto bélico
contra el todopoderoso ejército de Napoleón, el más poderoso
del mundo. Su relevancia histórica fue de tal magnitud que
se considera ese acontecimiento como punto de partida de la
Edad Contemporánea en España. Edad que en la Historia
Universal se inicia con la Revolución Francesa acaecida en
1789 que se prolongó hasta 1799.
Jacinto Ruiz, junto los capitanes el sevillano Luis Daoíz y
el cántabro Pedro Velarde, fueron los oficiales que
encabezaron la sublevación militar en el Parque de Monteleón,
uno de los emplazamientos más significativos en la lucha
contra las huestes napoleónicas, cuando lamentablemente los
demás componentes del estamento castrense no habían pasado a
la acción y estaban recluidos en sus cuarteles por orden del
capitán general Francisco Javier Negrete. Napoleón, con el
pretexto de invadir Portugal, que se había negado a secundar
la orden del Emperador, del bloqueo continental contra
Inglaterra, ocuparon el territorio patrio, alegando como
pretexto que era lugar de paso hacia suelo luso, cuando las
intenciones del emperador era la de doblegar al pueblo
español y derrocar a la dinastía borbónica sustituyéndola
por la bonapartista.
Como especificó el Conde de Toreno tres fueron los pilares
sobre los que se asentó nuestra Guerra de la Independencia:”
Levantamiento, Guerra y Revolución” y como señala Gérard
Dufour, en su obra La Guerra de la Independencia : “Frente a
esta desaparición del Estado y derrumbamiento del sistema
monárquico, nace la Nación. Y nace, oponiéndose a las
autoridades intermediarias (Audiencia y capitanes generales)
que, conforme a las órdenes procedentes de Madrid, aceptan
el yugo de de los franceses”.
Los primeros escarceos de ese conflicto bélico se produjeron
en los aledaños del Palacio Real de Madrid. Una vez que
Napoleón astutamente logró atraer a la mayoría de familia
real a Bayona, pretendía preparar el traslado del resto en
dos carruajes: uno para la Reina de Etruria, María Luisa
Josefina de Borbón, hija menor de Carlos IV, con sus hijos y
otro para el infante Francisco de Paula. El pueblo toleró el
desplazamiento del primer carruaje, pero cuando se percató
que el segundo carruaje estaba ya dispuesto para la salida
del Infante, fue el momento en el que reaccionó. Las
personas concentradas en las cercanías se dirigieron
valientemente hacia el carruaje a fin de proceder a cortar
los correajes de los caballos, actuación que llevan a cabo
poniendo en peligro la vida del coronel galo Roucher que se
salvó merced a la intervención de los granaderos enviados
por Murat, quienes dispararon contra los madrileños allí
reunidos. Fueron las primeras víctimas de la refriega.
El Duque de Berg, Murat, cuñado de Napoleón inició las
actuaciones represivas francesas no solo contra la población
madrileña que se reunió en torno al Palacio Real, sino
también .hubo otros episodios como fueron los crueles
combates en la Puerta del Sol y la gesta heroica de los
oficiales y soldados españoles y del pueblo en el ya citado
Parque de Monteleón enfrentándose a los franceses . Los ya
mencionados capitanes, Daoíz y Velarde, así como el Teniente
Ruiz se rebelaron contra el invasor con un número de fuerzas
mal pertrechadas, muy inferior al todopoderoso ejército de
los gabachos, mandados por el pérfido Murat, duque de Berg,
que no dudó en castigar con extrema dureza a los madrileños
sin distinción de edad y sexo.
La lucha de los españoles desde el cuartel de artillería del
Parque de Monteleón fue el escenario militar donde se
desarrolló uno de los acontecimientos bélicos, con tintes
épicos, en el que los defensores españoles se distinguieron
por su heroicidad contra un enemigo muy superior. Esta
inolvidable gesta es quizás una de las acciones más
relevante de la guerra, en la que junto a los militares
participaron civiles como Clara del Rey, nacida en Villalón
de Campos (Valladolid), quien junto a su esposo y tres de su
hijos fue inmortalizada por Joaquin Sorolla, en su lienzo
“Defensa del Parque de Artillería de Monteleón” (1884).
El levantamiento contra los gabachos sería refrendado por
los dos alcaldes de Móstoles: Andrés Torrejón y Simón
Hernández, mediante el bando que redactó el magistrado Pérez
Villamil, declarando la guerra a Francia.
El duro castigo de Napoleón y Murat, infligido, según Dufour,
a “los rebeldes del dos de mayo, no amedrentó a los
españoles”. La reacción de estos fue la de sublevarse contra
los franceses en todo el territorio nacional, máxime cuando
se tuvo el conocimiento de las renuncias de Bayona, en
especial la de Fernando VII. Lamentablemente cuando fue
repuesto en el Trono, en 1814, pasaría de ser denominado El
Deseado a ser llamado El Felón y El Calígula español, dada
sus arbitrariedades, su cinismo y carácter voluble.
Las convicciones y entereza de Jacinto Ruiz, se pusieron de
manifiesto, cuando enfermo, no dudó un instante en
reincorporarse a su puesto, en el Cuartel de la calle de San
Bernardo y desplazarse con la compañía del capitán Goicochea
al Parque de Monteleón. Daoíz invitó el pueblo a que entrara
en el recinto y Ruiz , en un alarde de sagacidad, convenció
al capitán galo para que se entregara , haciéndole creer que
llegaban más tropas y el militar francés se rindió. Esa
acción tan meritoria fue un reflejo de las virtudes de ese
gran estratega ceutí.
Las tropas galas, al mando de los generales Lagrange y
Lefranc acabaron con esa tenaz resistencia de los esforzados
españoles del Parque y Daoiz fue mortalmente herido y
Velarde asesinado. Es el momento en el que Ruiz tiene que
tomar el mando. Fue gravemente herido primero en un brazo y
posteriormente con un proyectil, que le entró por la espada
y le salió por el pecho.
Dándole por muerto los “franchutes” no lo remataron y merced
al apoyo conseguido es trasladado por sus compañeros para
restablecerse de sus graves heridas que solo parcialmente
pudieron curarse. No obstante, y en contra del consejo de
todos, convaleciente aun de esas heridas, optó por viajar a
Extremadura, con el grado de Teniente Coronel, ya que no
estaba dispuesto a que los franceses siguieran con esa
invasión y brutal represión contra los españoles, Como era
previsible, dado su precario estado de su salud, el viaje
fue la causa de su empeoramiento y antes de llegar a su
destino, en Badajoz, tuvo que detener su marcha en Trujillo,
donde vivía un tío suyo, también teniente coronel. El 13 de
marzo de 1809 falleció el esforzado y valeroso Teniente,
Jacinto Ruiz de Mendoza, ejemplo de pundonor y patriotismo,
que no se amilanó ante un ejército napoleónico que pretendía
arrebatarnos nuestras propias señas de identidad.
Una vez finalizada la proclama, el Sr. Navarro gritó ¡Viva
el Teniente Ruiz¡. ¡Viva Ceuta¡ y ¡Viva España¡, palabras
secundadas por los asistentes, Después tuvo lugar la ofrenda
de una corona de laurel ante los pies del monumento,
mientras el público cantaba “ La muerte no es el final” . A
continuación se cantó el Himno a Ceuta y el acto concluyó
con el Himno Nacional.
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