El simulacro sobre un seísmo
desarrollado esta semana en nuestra ciudad, ha supuesto una
problemática situación en la vida real: la única ambulancia
medicalizada del INGESA fue utilizada en la ficción cuando
la realidad requería de sus servicios. Ahora hemos conocido
que se dejó desatendida la atención a emergencias reales
como una fibrilación auricular, una inconsciencia, una
hipoglucemia y unas convulsiones por encontrarse esta
ambulancia en el ejercicio ficticio que se desarrollaba. Y
más concretamente, cuando fueron requeridos sus servicios,
se encontraba en la zona de García Aldave, cerca del Monte
de la Tortuga, sector de difícil cobertura de comunicaciones
y muy alejada del centro urbano, por lo que se requirió toda
la celeridad posible para atender un caso real de salud.
La irresponsabilidad del INGESA en este asunto es tan
inaudita como incomprensible, ya que como bien han dicho
miembros del personal sanitario, se puso en peligro la salud
de Ceuta, de algunos ceutíes, ya que si había falta de
disponibilidad en cuanto a este tipo de vehículos
medicalizados, es de todo punto sensato hacerlo con
prioridad en casos de emergencias reales, antes que en uno
de ficcción, como sucedió. Desatender los casos reales en
favor de la ficción es de un alto grado de irresponsabilidad
y una verdadera temeridad a nivel de salud pública.
Si un popular slogan decía que “con la salud no se juega”,
en este caso, se ha jugado con la de muchos ceutíes a
quienes se dejó desamparados, desprotegidos y a su suerte,
por la fantasía priorizada en vez de hacerlo por la
realidad. Los responsables del INGESA deben dar una
explicación convicente.
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