Aunque parezca un contrasentido,
porque siempre hemos visto que para comprar algo ese algo lo
tiene que vender alguien y en Ceuta parece que se quiere que
los posibles clientes compren, pero sin que haya personal
que esté vendiendo o unos lugares abiertos donde poder
comprar.
Es Ceuta y con ello está dicho todo, porque de poco sirve
que el propio delegado del Gobierno se manifieste
públicamente, en una carta enviada a los medios de
comunicación, sobre los visitantes que iban a venir el día 1
de mayo, visitantes que aquí estuvieron ese día, pero que
aunque alguno de ellos quisiera comprar no lo podía hacer,
por cuanto la casi totalidad de los establecimientos estaban
cerrados.
Posiblemente fuera más atractivo asistir los pocos que
asistieron a la manifestación de los sindicatos, aunque la
auténtica realidad es que los sindicatos no van a ser los
que solucionen el paro, ni van a ser los que proporcionen
más ventas a los que están a punto de cerrar por no tener
clientela.
No tenemos remedio y Ceuta por mucho que se lo propongan
desde los organismos oficiales, ni tiene talante de ser una
ciudad de compras, ni jamás ha sido una buena vendedora,
porque incluso en la ya pasada época del imperio del
transistor y los paraguas baratos, incluso entonces, se
vendía mucho menos de lo que se hubiera podido vender,
posiblemente porque la vista estaba puesta más al otro lado
del estrecho que en la atención ordenada a los clientes,
muchos clientes, que llegaban desde toda la geografía
española.
Y es cierto que el barco es caro, pero no menos cierto es
que aquí se piensa en unas jornadas de cuantas menos horas
mejor y así no se llega a ninguna parte.
Tengo delante de mí una serie de panfletos de Ceuta, en
todas las lenguas de unos posibles visitantes, en unos
términos como:”Touristikführen für Ceuta”, naturalmente en
alemán. “Barco turístico el Desnarigado”. “Disfruta el mar
en Ceuta”, con el añadido de “destino turístico
especializado en deportes náuticos”, o el ya más que
conocido plano de la ciudad, con la publicidad de una serie
de establecimientos alrededor. Pues bien, la casi totalidad
de esos lugares que se anuncian ahí, el miércoles estaban
cerrados, como estaban la mayor parte de los comercios del
Revellín, de la Gran Vía o del Paseo de las Palmeras.
Es lo que hay, en parte porque el barco, para no dejar de
lado el estribillo, es caro, pero en este caso con docenas y
docenas de turistas recorriendo las calles y sin poder
encontrar un lugar donde hacer unas compras.
Así poco lejos se va, en época de vacas gordas, o ahora en
época de crisis, que es cuando más habría que aguzar el
ingenio y muy especialmente cuando te han traído la
clientela hasta la misma puerta de tu establecimiento.
Poco éxito ha tenido la carta del delegado del Gobierno y
poco éxito, comercialmente hablando, están teniendo los
esfuerzos que desde las autoridades portuarias están
haciendo para que vengan más turistas, porque los turistas
llegan y se tienen que conformar con tirar dos fotos o dos
docenas de ellas, pero no se pueden comprar tres recuerdos
de Ceuta o un par de calcetines.
Son muchas las veces que hemos tocado este tema, pero me
parece a mí que en esto, concretamente en esto, hemos
pinchado en hueso, o lo que es lo mismo, parece que se trata
de predicar en el desierto. El trabajo, no cabe duda, es
duro.
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