Aquí, en este hermosos país aún
llamado España, todo consiste en subir impuestos y más
impuestos que sólo solucionan el hacernos cada día mas
pobres pero a nadie, de esos cerebros pensantes, asesores
bien pagados, se les ocurre el sacar algo que acabe con la
lacra del paro creando puestos de trabajo que, en resumidas
cuentas, es lo que puede solucionar la crisis y aumentar el
consumo haciendo que el dinero circule.
Cada día que pasa aumenta la credibilidad, en el pueblo
español, de la mediocridad de la clase política. Una clase
política incapaz de crear nada que nos pueda sacar de la
grave situación que estamos padeciendo. Todo sigue igual y
todo seguirá igual porque nadie cambiará nada que pueda
perjudicar a todos esos políticos - de alguna forma hay que
llamarlos- que seguirían viviendo del cuento “per secular,
seculorum”. ¡Y pobre de aquel, que venga con ánimos de
cambiar algo que pueda perjudicar los intereses de quienes
vienen viviendo del cuento años tras años!.
Todo está atado y bien atado. Y si el sentir general del
pueblo español es la mediocridad de la mayoría de nuestros
políticos, imagínense la mediocridad que tiene que existir
en esos pueblos de España. Una mediocridad a la que no hay
que ir muy lejos para darse cuenta de su existencia.
En esta tierra nuestra mismamente la existencia de esa
mediocridad salta a la vista. Sólo basta con fijarnos, ni
siquiera detenidamente, con una sola ojeada a hechos que
están ocurriendo y que no se le ocurriría ni al que asó la
manteca colora. Pero la amistad es la amistad y como dice la
canción “amigos para siempre…”
Es tan grande la amistad que se profesan, que la frase más
escuchada es “lo que tu digas, amigo mío, eso va a misa”. Y
el pueblo no sale de su asombro viendo, como dos enemigos
irreconciliables, mantienen una gran amistad, que les
permite ir cogidos de la mano, sin hacerse el más mínimo
daño en sus enfrentamientos.
Es la unión de la mediocridad. Una unión de los mediocres
que piensan que cada día les hace más fuertes, permitiéndose
el lujo de decir “aquí se hace lo que nosotros, amigo del
alma, hayamos acordado”
Y, por cierto, no te preocupes que nosotros, jamás vayamos a
ir contra tuya ni, por supuesto, hemos pensado en acudir,
jamás en la vida, a un juzgado como acusación por mucho que
te hayas equivocado. Nuestra amistad está muy por encima de
cualquier cosa de la que se te pueda acusar, además el
pueblo ni se entera. Ese pueblo sigue creyendo que somos
enemigos a muerte.
Fíjate si ese pueblo es tan enormemente crédulo, que hasta
me dan sus votos, a pesar de que cuando como ahora soy
alguien, llevé a Ceuta a la ruina total. Así que ya te digo,
tú tranquilo que en esta vida todo pasa, y mucho más
tranquilo teniéndome a tu lado con la compañía de otro, que
siempre que le des, lo que le tienes que dar, estará de tu
lado.
Gracias amigo, que bueno eres y que lumbrera de la política
del mundo mundial mora en tu persona. Cuanto deberían
aprender de ti esos que se hacen llamar los padres de la
Patria.
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