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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 1 DE MAYO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Un ser limitado
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Uno lleva ya muchos años tratando a los políticos como para no haberse aprendido dos cosas fundamentales: la primera es que nada hay más terrible que un poder ilimitado en manos de un ser limitado en muchos aspectos. La segunda, que los políticos vapuleados son como boxeadores golpeados: el doble de peligrosos. Por consiguiente, nadie me podrá echar en cara ni un ápice de inconsciencia en cuanto a lo que vengo escribiendo acerca del ‘caso Urbaser’.

Decía yo ayer, que me reservaba para hoy mi última opinión acerca de lo ocurrido en el pleno del lunes pasado. Así que decidí escribir a esa hora en la que los miembros del gobierno y de la oposición se habían tomado un descanso de una hora para comer. Por lo cual aún no sabía de qué modo iba a defender el portavoz del gobierno la reprobación de Caballas por el escándalo referido al contrato de la basura.

No saber lo que iba a decir Guillermo Martínez, Guillermito para los suyos, no suponía que a mí me pudiera sorprender la manera de reaccionar de un muchacho que lleva defendiendo lo indefendible y a quien se le están reprochando todas las mentiras con las que trata de ocultar las muchas debilidades de un político limitado y que anda convencido de que es Napoleón Bonaparte.

Tan acorralado se ha sentido el portavoz del Gobierno, en los últimos días, que hasta ha llegado a ignorar que a Juan Bautista le decapitaron porque denunció públicamente la conducta del rey Herodes y que a Cristo le crucificaron por antipatriota, según se lee en el evangelio según Juan.

Guillermo Martínez, con la faz desencajada, la nariz fuera de sitio, y la ira congestionando su cara, que de por sí es dura, tachó de insidioso y espúreo al secretario general de los socialistas de Ceuta. Insulto gravísimo el segundo, sin que el primero carezca de mala intención, ambos dirigidos a quien ha cumplido con su obligación de político en la oposición: denunciar las arbitrariedades cometidas por el gobierno presidido por un alcalde con tanto poder cual limitaciones tiene para continuar en el cargo. Su castigo tendrá, tarde o temprano.

Guillermo Martínez debería darse cuenta de que forma parte de una comparsa que encubre las barbaridades de un alcalde que ha perdido el oremus. De un alcalde que debe darse cuenta cuanto antes de que los ceutíes no le quieren. Porque se han percatado de que miente más que habla. Un alcalde que lleva ya mucho tiempo sometido a la voluntad de la coalición Caballas. En la que ordena y manda Juan Luis Aróstegui.

Un Aróstegui que se ha visto obligado a secundar la denuncia de Carracao por necesidad. Pero a quien le ha venido más que bien que la denuncia del secretario general de los socialistas haya acabado en el juzgado. Donde puede estar diez años pendiente de sentencia.

Nuestro alcalde, en estos momentos, duros donde los haya, y dado que él no es persona capaz de enfrentarse a los problemas en corto y por derecho, está pasando por un trance difícil. Muy difícil. Puesto que él sabe mejor que nadie que no está el horno para bollos. Y que su forma de actuar puede ocasionarle graves problemas.
 

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