En una entrevista, la escritora y premio Nobel polaca
Wislawa Szymborska, respondió a la pregunta del periodista
de si la política está destrozando el lenguaje regalándonos
una joya. “Siempre lo ha destrozado. El lenguaje de los
políticos suele servir para ocultar y no para expresar
pensamientos”.
No sé si Wislawa Szymborska tenía el placer de conocer a
Guillermo Martínez, pero casi puedo asegurar que cuando se
expresó en esos términos pensaba en el Portavoz del Gobierno
de Vivas. Así se demostró ayer durante el debate en el Pleno
sobre el ‘caso Ubaser’, con motivo de la interpelación
realizada por el PSOE y la moción de urgencia presentada por
Caballas, que fue, por cierto, mucho más dura y contundente
en la exposición plasmada en papel que en su desarrollo
parlamentario de la Asamblea.
Martínez, acostumbrado ya a mentir por sistema, no aclaró
nada nuevo y se mostró faltón y amenazante hacia José
Antonio Carracao, quien mantuvo su discurso, mientras su
oponente tuvo hasta la desfachatez de insinuar que el
sentido crítico de Carracao podía ser consecuencia de
intereses espúreos y de que no se le ha concedido la permuta
para venirse de Algeciras como funcionario, cuando ya el
propio presidente de la Ciudad dijo que no había matices
políticos. Cuando Guillermo Martínez recurre a bajezas de
esta naturaleza, es que no está nada cómodo en el debate,
donde perdió el talante y las formas con una actitud cobarde
y vergonzosa.
Ante la ausencia de explicaciones, lo importante del debate
de ayer fue que la oposición exige al Gobierno que asuma ya
la petición de responsabilidades políticas. Ahí no hay
fisuras entre Caballas y PSOE, porque estamos asistiendo a
un espectáculo vergonzoso por parte del Gobierno para quitar
importancia a 12 millones y medio de euros que son una losa
muy pesada en cuestión de un mal uso que se les ha dado
mediante pagos indebidos. Guillermo Martínez, en vez de
tirar balones fuera o dar un lamentable espectáculo de falta
de argumentos (al recurrir a bajezas dialécticas), lo que
tenía es que haber aclarado de punta a punta, los
interrogantes que se han venido planteando. Y máxime cuando
un acta plenaria, les ha dejado al descubierto sus
vergüenzas y que ha venido a demostrar que el Gobierno lo
sabía, lo ocultó y mantuvo la situación.
Mentir por sistema puede sacar, en un momento dado del
atolladero, pero no deja de ser una salida en precario, de
emergencia, inconsistente y provisional. La verdad siempre
resplandece y quien se encuentre instalado en la mentira,
pronto es descubierto.
Pero la verdad es que a nadie puede sorprender la actitud
del Gobierno durante la sesión plenaria de ayer. Ya lo decía
Napoleón: “Si quieres solucionar un problema, nombra un
responsable; si quieres que el problema no se resuelva,
nombra una comisión”. Es decir, poco más o menos, que cuando
un político tiene un problema y quiere resolverlo nombra a
un responsable. Sin embargo, si tiene un problema pero no
está interesado en que se aclare, designa una comisión. Gran
verdad la del controvertido militar francés. De hecho,
sobran ejemplos que le dan la razón, ya sea en las
instituciones públicas, empresas, asociaciones ciudadanas e
incluso en una “pacífica” comunidad de vecinos.
Varias décadas después, el humorista estadounidense, Fred
Allen, argumentaba irónicamente que un comité es un grupo de
personas carentes de preparación, nombradas por otras
carentes de disposición, para hacer algo carente de
utilidad.
¿Nombramos a los responsables y le echamos las culpas por no
cumplir con sus cometidos? ¿O es preferible designar a una
comisión para que tarde meses en redactar un informe y acabe
por certificar una obviedad y media perogrullada?
Como repitió ayer Guillermo Martínez, el Gobierno de Vivas
lo tiene claro y ha optado por crear una Comisión especial
de Cuentas para resolver el ‘caso Urbaser’, así que ya se
pueden imaginar ustedes el resultado.
Pues eso. ¡Qué razón tenía Napoleón!
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