La llegada de un crucero con 2.466
personas que permanecerán nueve horas en nuestra ciudad y la
necesaria oportunidad que hay que aprovechar en tiempos de
crisis, a efectos comerciales, abre una profunda reflexión
acerca de si queremos para estas grandes situaciones una
ciudad fantasma o una ciudad que haga honor a su vitola de
comercial y turística. No cabe dobles discursos: el del
lamento por la crisis económica y el del cierre en domingos
y festivos, vengan quien venga. No vale esta postura por
hipócrita y carente de sentido común. Como tampoco cabe que,
de una vez por todas, sindicatos y empresarios, emprendan un
camino común de entendimiento para hacer viable una
recuperación económica basada en la realidad y no en
subjetividades o discursos vacíos.
Es el momento de afrontar con valentía el camino que
queremos tomar: el del apocalíptico conformista o el de
emprendedor y valiente, empeñado en cambiar el curso de los
acontecimientos. Las oportunidades hay que aprovecharlas y
se requiere para ello, arrojo, disposición, voluntad y
energía suficiente como para no doblegarse al conformismo.
La llamada de atención del delegado del Gobierno es un buen
punto de inflexión para acometer un nuevo horizonte de
optimismo y disponibilidad cara al futuro.
Si Ceuta quiere incorporarse a la ruta de los cruceros, no
puede permanecer en la atonía de una ciudad conformista y
pusilánime, condenada a su suerte y dejándose llevar por la
inercia. Esta invitación a la reflexión sobre el carácter
comercial de nuestra ciudad que nos hace Francisco Antonio
González Pérez, requiere sensibilidad de las “fuerzas vivas”
y complicidad ciudadana en un objetivo común de progreso.
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