Cuando el fuerte temporal de
Levante azota el Estrecho de Gibraltar. Provoca que algunos
residentes de la zona, a veces, nos disparatemos y nos
subamos hasta por las paredes. Hasta el punto, que en esos
días uso unos sombreros apropiados, sujetándomelos en la
barbilla con cintas elásticas, similarmente como hacían los
guardias de asalto o grises con el barbuquejo de la gorra de
plato.
Aunque, “no hay mal que por bien no venga”, porque todo no
va a ser negativo, porque estas ventoleras limpian el veneno
que vierten a la atmósfera las chimeneas, de las empresas
contaminantes implantadas en el arco de la Bahía de
Algeciras. Y, además, la mano negra de los políticos, no han
podido enladrillar la costa tarifeña, aunque prosiguen con
su empeño desde hace años en Valdevaqueros y en otras zonas
costeras limítrofes.
El temporal que sufro en estos momentos, ha provocado que me
encuentre a media luz, alumbrándome con un quinqué;
teniéndome alterado también el ruido que hacen las persianas
del ventanal de la choza donde habito, al emitir unos
traqueteos tan molestos, como los que producía el expreso de
media noche circulando de Algeciras a Madrid-Atocha, por
esos raíles sobre traviesas de madera, con más dilataciones
que la capa de ozono.
Tren de gratos e ingratos recuerdos, en el que viajé en
bastantes ocasiones desde mis tiempos mozos, porque era el
transporte que había más apropiado y llegar llegábamos.
Aunque ese tren tenía horario de salida pero nunca de
llegada, al ser tan impuntual como el actual Gobierno
estatal del PP. Y cuando, por fin, ponía pie a tierra en la
estación de destino, lo primero que hacía era ir a las
letrinas ferroviarias, para quitarme la carbonilla de mi
rostro pálido, porque parecía que salía de rodar una
película de indios.
Juro que la ventolera que sufro es como la describo, cuando
me encuentro sin norte creando esta tribuna de opinión. Pero
peor lo están pasando los 6.202.700 de españoles
desempleados y los 2.000.000 millones de familias con todos
sus miembros parados.
Pero también están sufriendo en la casa Real, no por falta
de empleos ni de escasos recursos económicos… de sus
miembros, sino por otras presuntas causas repugnantes. Y si
con la infanta Cristina están presuntamente intentando
exculparla de los presuntos choriceos realizados junto a su
esposo Urdangarín. Con el balonmanista, en la casa Real, no
saben lo que hacer con él, porque ha causando a los Borbones
adversidades dañinas.
Creo, que si la Justicia es igual para todos, los presuntos
saqueadores de guante blanco deben devolver todo el dinero
chorizado. Y Urdangarín debería haber depositado
presuntamente ya en el juzgado, la fianza que le fue
impuesta. Y la infanta Cristina debe entregar las
declaraciones de la renta solicitadas por el juez.
Aunque, estoy pensando, que si Lola Flores (que en paz
descanse) pidió, presuntamente, una peseta a cada español
para que le ayudaran a pagar lo que ella debía a Hacienda.
Como el pueblo español es tan solidario, en esta ocasión,
los monárquicos deberían serlo por su causa. Y si Urdangarín
no dispone de dinero y de otros bienes e inmuebles… para
hacer efectiva dicha fianza, a pesar de la millonada de
euros que presuntamente ha trincado. Podrían los monárquicos
abrir una cuenta corriente en Bankia o en Novagalicia, para
que se depositen allí los donativos. Deseando, de llevarse a
cabo esta iniciativa, que dichas entidades bancarias no
actúen con los dineros que ingresen, de igual forma que lo
han hecho con los ahorros de las personas trabajadoras y
humildes.
El Gobierno estatal del PP, por su parte, al ser tan
cristiano, papal y monárquico, podría también con carácter
de urgencias, sacar en la Fábrica de la Monedas y Timbres,
una tirada especial de sellos conmemorativos. Y permitir que
en toda España se monten tenderetes similares a los de las
cuestaciones para recaudar fondos para la Cruz Roja... Y en
los de Madrid, que los miembros de la familia Real española,
se distribuyan en sus lugares habitualmente.
Y como serán miles los monárquicos, que apoyen esta
solidaria campaña pro Urdangarín. Se me ocurre también, que
a la monárquica periodista, María Antonia Iglesias, la
podrían vestir de blanco, con unos zapatitos nuevos y un
lacito rosa en el cabello, como visten a las niñas cuando
hacen la primera comunión. Debiendo portar una canastilla de
mimbre engalanada para la ocasión, pero no como la de
caperucita roja.
Y a todos los que depositen un cuantioso donativo, que la
docta y objetiva periodista, les coloque tanto a las damas
como a los caballeros en las respectivas solapas, el pin de
la familia Real conmemorando dicha colecta. Y que le regale
a los donantes una de sus alegres sonrisas, que le brotan de
sus nobles entrañas.
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