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OPINIÓN - SÁBADO, 27 DE ABRIL DE 2013

 
OPINIÓN / ANALISIS

¿Cuánto dinero público nos cuesta a
los ciudadanos estos “desajustes”?

Por Ramiro T.


La cuantía y repercusión del caso Contenur aún siendo muy inferior al de Urbaser, no hace mas que demostrar la mala praxis que viene utilizando la Ciudad Autónoma en contratos millonarios. Se contratan con un descontrol descomunal, con una forma de gestionar lo público, realmente anárquica, sin que nadie se responsabilice de nada y en una vorágine de anomalías que denota, como poco, un sinfín de torpezas en los mecanismos que deberían ser de control y sin todo lo contrario: de descontrol.

Aquí, la técnica utilizada, lejos de aclarar situaciones, comportamientos, formas de llevar las cuentas, ha sido la de matar, aniquilar, lapidar, al mensajero, se llame como se llame. A José Antonio Carracao se le ha sometido a una verdadera “cacería” política.

¿Cuánto dinero público le cuesta a los ciudadanos estos “desajustes”, “descontroles” o como se les quiera llamar? En una ciudad con 3.000 viviendas de déficit, con tasas de paro alarmantes, con los Planes de Empleo que sirven de bálsamo para aminorar el desempleo, donde los funcionarios y empleados públicos han sufrido los rigores de los “recortes”, hay un Gobierno sumamente complaciente con Contenur y Urbaser para “cumplir los contratos” a manos llenas, sin más comprobaciones y, ahora se escudan en que se reclamara lo que se haya pago indebidamente. Pero ¿en qué país vivimos? ¿En un país de locos o de incompetentes?

Contenur es otro foco de irregularidades, que vienen a sumarse a las de Urbaser. Esto parece la ceremonia de la confusión, donde no salimos de un problema y nos metemos en otro. “Se pagan y amortizan 9 camiones y devuelven dos. Y por los otros 7 se siguen pagando “reting”.

No hay fiscalización, no saben lo que pagan ni cual es la propiedad de la Ciudad, una situación de verdadero caos. ¿En cuánto se cuantifica todo este desmadre? ¿Pasará igual con la gestión de los semáforos? Esto parece el cuento de nunca acabar. Un desbarajuste mayúsculo en un contexto en el que parece que el “todo vale” se ha instalado de manera vitalicia.

O estamos rodeados de incapaces, de confiados, de torpes, de inútiles, de despistados, o aquí hay alguien que les permite estos desmanes y, encima, les da patente de corso. No es explicable, desde un punto razonable, tanta torpeza ni tanta inutilidad.

Así se puede uno explicar que hubiera 80 millones de facturas sin consignación presupuestaria en los cajones y que florecieran como las flores en primavera cuando se planteó el sistema de pago a proveedores mediante el crédito ICO al 5% de interés.

Parece que se quiere poner a prueba nuestra capacidad de sorpresa, ya que a cada momento surge una novedad, siempre negativa, que nos deja con la boca abierta. Lo peor del caso es que aquí, en Ceuta, parece que nunca pasa nada. ¿Hasta cuándo?

Una institución pública que habría de ser un ejemplo de rigor, se está convirtiendo en un instrumento de cómo se hacen las cosas con impunidad, rematadamente mal sin el menor rubor. Nadie parece ponerse las pilas y los políticos, miran para otro lado, como si no fuera con ellos la cuestión.

Lo “bueno” es que nos sacamos de la manga una comisión de investigación, no se investiga nada y, al final, se cubre el expediente engañando al personal. Todo menos aclarar por la cuenta de la vieja, sin formulismos ni tecnicismo, los desajustes contables. Los desastres económicos. Los desastres que sólo acabarían con la exigencia de responsabilidades a los causantes de tantas desventuras económicas y descontrol.
 

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