El Gobierno lo había anunciado a bombo y platillo por sus
medios afines, filtrando en un goteo informativo detalles,
primero de carácter preliminar y después, como bien se
encargó de decir Juan Vivas, para complementar lo que ya
había. Han intentado, por activa y por pasiva, minimizar el
informe del técnico de gestión contable, que puso los puntos
sobre las íes y destapó un conglomerado de torpezas que bien
merecían el título de zoquetes de hormigón.
Desde un primer momento, los intentos por desvirtuar una
realidad que les quemaba como el fuego, les llevó a
desvaríos de todo tipo. Y a no poco nerviosismo. Hubo una
campaña terrorífica de cobertura al Gobierno por parte de
medios entregados a un servilismo atroz. Guillermo Martínez,
el consejero de Economía y Hacienda parecía el poseedor de
la piedra filosofal que todo lo descubriría. Hablaba de un
informe que parecía aclarar toda la situación y miren por
dónde que, en la caja de sorpresas que nos reservaban,
aparecen como una maestría de ilusionistas, de mago que
sacan conejos de la chistera asombrándonos a todos. En este
caso, los conejos de la suerte son el interventor y el
tesorero. Eran las dos grandes sorpresas que nos reservaban
en este circo en el que se actúa con fantasías increíbles.
Dos cargos que son, ni más ni menos, que los más directos
responsables de la falta de control riguroso que debía haber
habido en los dineros públicos. Interventor y tesorero, un
dúo que por mucho que argumenten, nunca jamás se van a
imputar a si mismos en un caso de verdadera mala praxis.
Protagonistas de un informe en lo que únicamente se dice que
no se ha pagado a Urbaser más de lo que indica el contrato,
pero se oculta u omite, que las amortizaciones han sido
reiterativas sin que nadie se preocupe de nada.
Un informe anunciado a bombo y platillo, como los juglares
hacían en la Edad Media para llevarnos a la conclusión que
para este viaje no hacían falta estas alforjas. ¿Cómo se
puede encargar un informe a los propios responsables y
afectados por la situación? Los que son causantes de este
descontrol ¿van a acusarse ellos directamente del
desaguisado?
Se ha intentado y se sigue intentado dilatar en el tiempo un
asunto grave. ¿Quién debía controlar estos pagos? ¿Porqué
nadie alertó de estas prácticas tan perjudiciales a la
hacienda pública? Demasiadas interrogantes sin despejar para
estar tan contentos por un informe hecho por aquéllos que no
fueron capaces de controlar una situación por la que se iban
millones de euros a chorro.
No hubo verificación de las cantidades pagadas, no hubo la
menor preocupación por comprobar nada, “pasaron” de todo y
ahora nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino. Ese
gran informe que amenazaba por dejarnos a todos asombrados,
no deja de ser una pantomima para cubrirle la cara al
Gobierno y salvarle de este embrollo en el que está metido.
Son los encargos que se hacen para “complementar “-dice
Vivas-, el informe que tanto les escoció del técnico en
gestión contable, a quien un periódico local le sacó hasta
el árbol genealógico para desvirtuar su exhaustivo trabajo
que resultaba muy incómodo.
Un informe que busca justificar lo injustificable, donde hay
que pedir responsabilidades, porque no se ha velado por el
buen fin del dinero público. En definitiva, como decía uno,
“todo ha de cambiar para que todo siga igual”, es decir, no
hay intención de aclarar nada y lo que realmente se busca es
el disimulo.
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