José Manuel Caballero Bonald,
poeta jerezano, recogió el Premio Cervantes el martes
pasado. Pues bien, hasta dos días más tarde no he podido
leerme su discurso. Del cual he espigado algunas frases de
su canto a la libertad. La que, según el enorme escritor
gaditano, nace de los actos de leer y escribir.
“Todos aquellos que se han valido de la opresión para
programar el mantenimiento de sus poderes han coartado la
libre circulación de las ideas”. “Los enemigos históricos de
la libertad han recurrido siempre a la suprema barbarie: la
hoguera. O quemaban herejes. O quemaban libros”. “Bien
sabemos que destruir, prohibir ciertas lecturas ha supuesto
siempre prohibir, destruir ciertas libertades”. “Siempre hay
que defenderse con la palabra contra quienes pretenden
quitárnosla. Siempre hay que esgrimir esa palabra contra los
desahucios de la razón”.
En esta Casa, en la cual se hacen ejercicios diarios para
evitar tenerle miedo al miedo, estamos dispuestos a
defendernos con la palabra; la que, como bien dice el
maestro Caballero Bonald, siempre hay que esgrimir ante los
desahucios de la razón. Con la palabra y con los hechos que
nos avalan desde hace ya la friolera de casi dos décadas.
El ‘Pueblo de Ceuta’ se hace en Ceuta. Debido a un motivo
muy principal: su propietario decidió un día que el
periódico tenía que ser impreso en esta ciudad. Y no dudó lo
más mínimo en invertir mucho dinero en el empeño. Empeño
arriesgado pero que hizo posible crear empleo y eludir los
problemas ocasionados por los temporales: ‘El Pueblo de
Ceuta’, llueva o ventee, estará siempre en los puntos de
venta y a prima mañana.
Aquella decisión del editor de este medio, la recuerdo yo
con satisfacción, con enorme satisfacción; a la par que no
se me pasó por alto que el hecho causaría un enorme pesar en
quienes querían seguir generando publicidad sin competir.
Sin someterse a las exigencias del mercado local. Y el pesar
saben ustedes que no deja de ser una deriva de la envidia.
De esa envidia, de la que Quevedo decía que va tan
flaca y amarilla porque muerde y no come.
Con enorme satisfacción me dispongo a contar lo que
presencié el miércoles pasado en sitio donde se venden los
dos periódicos locales. Y que yo suelo comprar muy de
mañana. Sin importarme sus colores. Había una señora que
quería el periódico azul y el verde. Mientras yo esperaba mi
turno.
Pero el propietario del quiosco le dijo que el de color azul
no había llegado. Que nunca llegaba a tiempo cuando la
travesía de los barcos era suspendida. Que estaba sometido a
los inconvenientes del mal tiempo reinante en el mar. Sin
contar la de veces que se demoraba su reparto por razones
lógicas: no se imprime en Ceuta. Y, por tanto, no paga sus
impuestos en Ceuta. Ni tampoco proporciona puestos de
trabajo en Ceuta, en la medida que debía requerírsele a un
periódico añejo.
La señora, a quien yo no conocía ni ella a mí, quiso saber
más al respecto. Y preguntó -como quien no quiere la cosa-:
¿el periódico verde es el que está siendo perseguido con
saña por el alcalde? Y el quiosquero, tras dudar unos
minutos, se dirigió a la señora para que me trasladara su
deseo de saber a mí. Y lo hizo. Y a mí se me ocurrió decirle
que sí, que era cierto que el alcalde estaba tratando por
todos los medios de silenciar nuestra palabra. Que se lo
había prometido a ciertos amigos suyos. La señora, culta
ella, respondió: “Yo siempre dije de él que era un remedo de
inquisidor”.
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